Discos
por Xavier Valiño
DAVID BOWIE: Rock ‘n’ Roll Star! (Parlophone)
Cuando en 1972 se publicó el quinto álbum de David Bowie, Ziggy Stardust and the Spiders from Mars, habían pasado ya diez años desde la formación de su primera banda, The Konrads, y Bowie había grabado discos mod (su debut homónimo en 1967), folk (Space Oddity, 1969), blues rock (The Man Who Sold the World, 1970) y canciones dedicadas a otros músicos (Hunky Dory, 1971). Solo el single “Space Oddity” lo había acercado al éxito tres años antes.
Todo cambia con este disco, para el que construye un personaje, a partir de diversas referencias, y que lo sitúa en un pedestal del que no bajará hasta su muerte. Desde entonces ha tenido diversas reediciones, lo mismo que ha sucedido con el documental que se filmó con el último concierto de esta gira. Hasta ahora, que aparece la que semeja ser la revisión definitiva, con el título de Rock ‘n’ Roll Star. Son, en total, 67 canciones distribuidas en cinco compactos y un Blu-ray.
Además del disco remezclado (y otra versión alternativa del mismo álbum llamada Waiting in the Sky, con cuatro canciones que no se incluyeron en él), se recogen maquetas, sesiones de radio, ensayos, tomas en directo, versiones alternativas y descartes, entre ellos 29 inéditos, más un libreto de 112 páginas con distintos artículos y entrevistas y otro de 36 páginas con la reproducción de las notas de Bowie de entonces. El interés es evidente para el seguidor de Bowie, aunque se trate realmente más de una operación mercantil que una exhumación de tesoros realmente valiosos.
ISOBEL CAMPBELL: Bow to Love (Cooking Vinyl-Popstock!)
Isobel Campbell apareció en los primeros cinco álbumes de Belle and Sebastian. Tras dejarlos, hizo dos hermosos discos con la ayuda de varios miembros de su antigua banda bajo el nombre The Gentle Waves y, también, grabó tres excelentes trabajos con el músico Mark Lanegan, fallecido en el 2022. A su nombre tiene tres álbumes en solitario, que no han tenido la misma valoración ni repercusión que aquellos en los que colabora con otros.
No es del todo justo, porque, como prueba su cuarta entrega bajo su nombre, Bow to Love, aunque se trate de un disco bastante tenue, acaba por revelar sus encantos sutiles cuanto más se escucha. Con sus voces agridulces, suaves y seductoras, sus canciones melancólicas vienen marcadas en parte por la relación con su ex pareja y todavía compañero musical Chris Szczech. Las sorpresas llegan aquí, por ejemplo, con la versión al final de “Why Worry” de Dire Straits, el repaso en el texto de “Everything Falls Apart” de las distintas fases del amor que van más allá de una relación sexual o la versión íntegra en francés de todo el disco en su versión en disco compacto.
La mayoría de las canciones de este álbum están respaldadas por una hermosa guitarra acústica, a las que las cuerdas, incluido el violonchelo de la propia Campbell, proporcionan una decoración adicional. Al folk pop habitual incorpora otras influencias, como un cierto toque de jazz y de psicodelia. Si ya sus discos anteriores no eran precisamente exuberantes, en esta ocasión el tempo es un poco más lento y la instrumentación un poco más sobria, por lo que se entiende que pueda adormecer a oyentes que busquen algo más de dinamismo y no vayan más allá. No obstante, quien persevere caerá bajo el embrujo de este disco mecido por una agradable brisa llegada desde los 60.
PAUL McCARTNEY & WINGS: One Hand Clapping (MPL-Universal)
En agosto de 1974, el álbum de Wings -el grupo de Paul McCartney- Band on the Run llevaba siete semanas en lo alto de las listas británicas. La formación acababa de regresar de Nashville, donde habían grabado el que sería su siguiente single, “Junior’s Farm”. Sin tiempo para un receso, se metieron cuatro días en los estudios Abbey Road de Londres con la intención de registrar un documental dirigido por David Litchfield, interpretando en directo en el estudio varias canciones.
Aquel documental se iba a llamar One Hand Clapping, pensado también como un posible disco en directo, pero no se estrenó ni se lanzó en su momento. Desde entonces, las canciones han aparecido en varios discos piratas y el propio Paul McCartney fue dando a conocer algunas -con mejor sonido- en ediciones ampliadas de sus posteriores trabajos o en bandas sonoras. Por su parte, la película se pudo finalmente ver a partir del 2 de noviembre de 2010, cuando se incluyó en la reedición en una caja de, precisamente, el disco Band on the Run, el primer lanzamiento de la Colección de Archivo de Paul McCartney.
Ahora, 50 años después, se edita por fin el disco con 26 canciones registradas en aquellos 4 días, más seis temas adicionales en la edición especial de dos vinilos, interpretados en solitario por McCartney en el patio trasero de los estudios Abbey Road el último día de grabación. En él se encuentran temas de los discos de McCartney en solitario, de su banda de entonces Wings, e incluso de The Beatles (“Lady Madonna”, “The Long and Winding Road” y “Let It Be”), así como versiones de otros artistas (“Blue Moon of Kentucky”, “Go Now”, o “Baby Face”, más “Twenty Flight Rock”, “Peggy Sue” y “I’m Gonna Love You Too” en la versión de dos LPs). Por si algo destaca este disco perdido es por dar fe de la poderosa y conjuntada que sonaba la banda entonces, con unas interpretaciones enérgicas y firmes, en la que los sintetizadores adquieren también un papel primordial.
JOHN GRANT: The Art of the Lie (Jagjaguwar-Popstock!)
Quien en su día fuera líder de The Czars (entre 1994 y 2006), hace 15 años que lleva una exitosa trayectoria en solitario. Desde Islandia, el lugar que eligió para vivir hace ya tiempo, John Grant publica ahora el quinto álbum bajo su propio nombre, The Art of the Lie (El arte de la mentira), un título que se apropia del de un libro de Trump, El arte de la negociación, para reflexionar -y denunciar- sobre las mentiras del capitalismo.
No es el único tema que a Grant le apetecía tratar en esta ocasión, en unas canciones siempre honestas y a menudo aderezadas con un peculiar humor. Incluye, además, tres canciones que hablan de la paternidad (“Father”, “Mother and Son”, “Daddy”), un tema que le ha empezado a preocupar a sus 55 años, cuando, sin hijos, tiene a su padre al borde de la muerte y cuando le empieza a afectar más que nunca la desaparición de su madre hace 30 años por un cáncer de pulmón.
Grabado con el productor Ivor Guest, del que le gustaban especialmente los discos en los que había trabajado con Brigitte Fontaine, (Prohibition, 2009) y Grace Jones (Hurricane, 2008), en él se encuentran influencias claras de Vangelis, en especial en la última mitad del disco, y, también, de Cocteau Twins, Talk Talk, Dead Can Dance, Kate Bush, Carpenters o Devo, escorado ya definitivamente Grant hacia la música electrónica que trata siempre con su especial sensibilidad.
VARIOS: Thom Bell: Didn’t I Blow Your Mind? The Sound of Philadelphia Soul 1969-1983 (Oh Boy Records-Popstock!!!)
Hace justo ahora cuatro años se editaba el recopilatorio Ready or Not – Thom Bell’s Philly Soul Arrangements & Productions 1965-1978, poniendo en valor el trabajo del productor, arreglista y músico Thom Bell como uno de los máximos responsables de lo que se dio en llamar el sonido Philadelphia o, lo que es lo mismo, del soul más certero editado en los años 70, cuando obtuvo mayor repercusión.
Aquel disco, recopilado por Bob Stanley (de la banda Saint Etienne), dejaba claro que Thom Bell, junto con Kenny Gamble y Leon Huff, había sido decisivo en la santísima trinidad del soul de Filadelfia. Alcanzando su apogeo a principios y mediados de los 70 con discos para Delfonics, Stylistics, Detroit Spinners, Johnny Mathis o Dionne Warwick, entre otros, Bell fue el arreglista de formación clásica que introdujo la celeste, la trompa y el clavecín en la música soul.
El sonido distintivo de los arreglos de Thom Bell se debía en gran medida a que creció formándose en la música clásica sin conocer el soul del momento. Tras descubrir a Little Anthony & The Imperials en la radio, se convirtió en cantante en dúo con Kenny Gamble. Después empezó a trabajar como músico de sesión, con los compositores Teddy Randazzo o Burt Bacharach como ídolos e inspiración. Y luego despuntó como escritor, productor y arreglista, al nivel de los mejores, aunque siempre permaneciendo en las sombras.
Didn’t I Blow Your Mind? The Sound Of Philadelphia Soul 1969-1983 es la secuela de Ready or Not. De nuevo preparada por Bob Stanley, esta colección de 20 temas combina algunos de los éxitos más grandes y reconocidos de Bell en los 70 (Elton John, Lou Rawls, Eloise Laws) con rarezas y clásicos del soul más sedoso de los 80 como “Silly” de Deniece Williams y el seductor “Let Somebody Love You” de Phyllis Hyman. Además, incluye un libreto del propio Stanley con una rara y excepcional entrevista con el propio Bell, poniendo la guinda a este pastel de soul atemporal.
THE MARÍAS: Submarine (Nice Life/Atlantic-Warner)
Un encuentro entre la puertorriqueña -criada en Atlanta- María Zardoya y el californiano Josh Conway, donde la primera actuaba y el segundo se encargaba del sonido, dio lugar al nacimiento de esta banda que tomó el nombre de ella para denominarse. Empezaron componiendo canciones para televisión y ahí encontraron su sonido, envolvente, onírico. Su álbum de debut, Cinema, estaba envuelto -y dedicado- en color rojo, relacionándose con el amor y la pasión con los que se asocia.
Ahora, para su segunda entrega, optan por el azul de la esperanza y el renacimiento, pero también el color del mar. Nada más apropiado, ya que su sonido bien se podría asimilar con un océano mayoritariamente en calma. Si lo que buscaban es un concepto que evocase un estado de ánimo, entonces se puede decir que lo han conseguido, con su ecléctica mezcla de electrónica de ensueño y riffs de guitarra jazz que apelan más a la imaginación que a otra cosa.
Ahora bien, el disco parece flotar siempre en la superficie, sin lograr, ni probablemente pretender, mayores profundidades, manteniendo una atmósfera en la que cuesta identificar o destacar algunas canciones sobre las otras. Evidentemente, “Run Your Mouth”, el single elegido, lo logra con su convincente combinación de electrónica y ritmo, por su sonido cálido y su riff veraniego. “Paranoia” también encaja en esos parámetros, fluyendo con su ritmo hasta un solo de guitarra melancólico, con Zardoya desempeñando un papel determinante una vez más. Es también el caso de “Real Life”, guiado por un bajo profundo y melancólico mientras que “Blur” (“Difuminado”) hace honor a su título.
Cuando Zardoya canta en castellano, el grupo parece dotar a sus composiciones de un toque exótico, con los tres músicos norteamericanos de la banda haciendo su interpretación de lo que ellos entienden como sonidos latinos, con lo que “Ay no puedo” recuerda a Khruangbin, sin ir más lejos. En conjunto, Submarine parece más una piscina olímpica, con algún movimiento esporádico en el agua motivado por sus ocasionales inquilinos, siempre bellamente estilizados y con un atractivo que reclama la atención.