The New Raemon, el adiós a un amigo
por Xavier Valiño
Pactemos que un disco es una carta o una postal que un artista nos envía cada cierto tiempo. Hace 21 años que Ramón Rodríguez nos escribe cartas y postales desde un mirador hermoso. Siempre con vistas a un paisaje humano, real, poético. Y también frágil, porque así lo decide la vida. Y así queda constancia en las canciones, unidades libres en el fondo, de vuelo alzado, majestuoso, que se posan siempre para recordarnos que quizás son nuestros espejos más sinceros.
Postales de invierno -octavo disco que firma en solitario bajo el pseudónimo artístico de New Raemon, pero referencia discográfica número veintiuna de su prolífica trayectoria- es seguramente el trabajo más íntimo de su creador. Una emocionante carta de despedida a un amigo desaparecido, que Rodríguez ha tejido con la complicidad absoluta de su entorno más cercano: colaboraciones de sus hijas Jazz Rodríguez (Mourn) y Leia Rodríguez (Mourn y Leia destruye); asistencias de cómplices habituales, como Javi Vega y Víctor García; Ricky Lavado (Ego Soda, Standstill) y la dupla formada por Marc Clos y David Cordero (integrantes junto a Ramón Rodríguez de un estupendo proyecto paralelo); la producción firmada al alimón con Santi García; Tomeu Mulet y Paula Bonet, repartiéndose el diseño gráfico y la portada, respectivamente.
Es decir, una obra de transparente orfebrería, pincelada en cuatro puertos seguros: el Estudi Nautilus (Jordi Solans e Iban Puigfel); La Mina (Raúl Pérez y Nacho García); Ultramarinos Costa Brava (Santi García), y Cielos Estrellados, nombre recién bautizado que engloba el sello discográfico, la editorial musical, la productora y el estudio del propio Ramón Rodríguez. Él mismo nos presenta su nuevo álbum;
“Un verano de 1990, a los catorce años; grabé mis primeras canciones junto a mi querido amigo Sergi Irurtzun Reixach. Solíamos aprovechar el patio del instituto para escribir letras entre los dos, el ejercicio era muy sencillo: Sergi escribía una frase y yo añadía la siguiente, y así sucesivamente hasta darla por terminada. A los dos nos encantaban Monty Python y Gomaespuma, ese fue el motivo para formar un dúo musical de lo más absurdo. Por la tarde íbamos a casa de mis padres a improvisar con una guitarra española sobre las letras que habíamos inventado durante la mañana.
De aquellas sesiones conservo dos cintas de casete de 90 minutos, en cada cara hay una sesión completa de unas doce canciones. Siempre nos gustó mucho una titulada “Yo suco pan en mi tractor”. Todo nuestro material era bastante flojo, pero eso a nosotros nos encantaba. Nos hacía muy felices pasar tiempo juntos de aquella forma. Terminó aquel verano y también nuestro proyecto, el dúo Boston Mass. Se llamó así porque el primer día que grabamos juntos me puse una horrible camiseta azul marino de un primo mío, allí aparecían estampadas esas dos palabras. Después, el invierno y monté el embrión de lo que más adelante sería Madee.
Siendo adultos le conté a Sergi que aprendí a escribir canciones aquellas preciosas tardes de 1990, tan jóvenes y alegres, improvisando melodías al vuelo, capturándolas en tiempo real con la ayuda de aquella doble pletina que se caía a trozos. Aquellas jornadas juntos comprendí que podía escribir canciones siempre que quisiera. Tras confesar aquello a Sergi, su media sonrisa y una ceja levantada me indicaron que no daba crédito, desarrollé más mi argumento (porque sigue siendo cierto: una cosa es tocar bien y otra muy distinta saber escribir canciones y entender para qué sirven) y sus ojos brillaron como dos soles.
Sergi Irutzun Reixach nos dejó el 28 de noviembre del año pasado, tras años enfrentándose de forma asombrosa a una terrible enfermedad. Todas las personas que conocimos a Sergi pensamos que era un ser mágico, siempre sacaba lo mejor de los demás, un ejemplo de lo que es la bondad, la generosidad y la auténtica valentía.
En marzo terminé una canción que empecé a escribir cuando aún podía darle un abrazo. Esa canción hizo brotar otras tres, y sin darme cuenta en junio terminé la grabación de un nuevo disco, escrito casi a tiempo real (el método que utilizábamos él y yo en Boston Mass) y dedicado a su memoria. Todas las letras de Postales de invierno (Cielos Estrellados, 2023) surgen de un poema larguísimo que escribí en bruto una noche de insomnio, pensando en cuánto lo echaba de menos, agradecido de haber tenido la suerte de que me hubiera querido. Pensando en la forma de seguir en contacto con él tras la ruptura entre cuerpo y alma, en el modo de unir lo material y lo espiritual una vez se separan.
Esta colección de canciones está llena de afectos humanos: la alegría, la tristeza, el amor, la esperanza, el terror… Todos los afectos menos del odio. Asocio el repertorio del disco con una idea personal del más allá, un dolor íntimo transformado en algo bello. Ojalá estuviera Sergi aquí para escuchar estas canciones, alguna es casi tan hermosa como él.