Goran Petrovic: «Papel con marca de agua»
por Mercedes Martín
(Sexto Piso, 2024)
Últimamente me cuesta una eternidad encontrar un libro que me guste. No porque no los haya ahí fuera, sino porque hay demasiados. Pilas de libros en las mesas, estanterías abarrotadas. En internet busco también inútilmente. Tengo que apartar las páginas que recomiendan títulos por el mero hecho de que están recién salidos del horno, para llegar a las auténticas recomendaciones.Hace un par de días saqué de debajo de una montaña “Papel con marca de agua”, un libro de un autor desconocido para mí hasta ahora, y me puse a ver entrevistas en internet. Resulta que el autor ha muerto este año, pero tuvo tiempo de hacer la gira promocional por latinoamérica. Tenía pensado que este fuera el primero de una colección que llamaba Novela Delta, “porque la literatura, como el agua, nos abraza”.
La historia nos adentra en la Europa del siglo XV. Italia, golfo de Salerno, el Valle de los Molinos en Amalfi, la Reina Juana II de Nápoles y un escritor anónimo que vive en una callejuela y escribe a la luz de una llama. La reina Juana está reclutando escritores a la fuerza para que escriban una carta de amor por ella, la mejor carta de amor, y para ello también, pretende comprar el mejor papel que se produce en la época.
Los poderosos gremios papeleros de Europa están en su Reino: en Amalfi y en Fabriani, y están en guerra entre ellos por hacerse con el comercio del papel en toda Europa. Aunque la Historia muestra que los papeleros de Fabriani ganaron porque fueron quienes introdujeron importantes mejoras en la producción, como la pila de mazas y la famosa marca de agua, Petrovic nos cuenta que “el papel de la ciudad de Amalfi, el pequeño y antiguamente célebre estado marítimo, era tanto más valioso por el hecho de que para poseerlo no bastaba que el comprador tuviera con qué pagarlo.” Lo que da prestigio al papel de Amalfi es que solo se imprimen en él textos importantes. No se puede malgastar materia prima y esfuerzo en publicar nimiedades. Reflexionemos: hoy se publica a cualquier precio, ¡pero cuán diferentes podrían ser las cosas! Petrovic nos lleva a esta época no por casualidad: es el boom del papel en Europa, el papel que se produce a partir de ropa vieja, el que los insectos no deterioran, el papel más perdurable conocido hasta el momento. Un papel que pretende ser soporte de lo eterno.
En contraposición a la búsqueda de eternidad, la caravana de la Reina Juana avanza hacia lo terrenal. Por un lado, la peste negra había sido una importante fuente de ropa para la producción de papel, pero en el primer tercio del siglo XV ya los traperos no encuentran suficientes harapos y libran su propia batalla para hacerse con la mayor parte de la materia prima. Estas batallas son narradas con gracia, a la manera de Cervantes o de Jaroslav Hasek en “El buen soldado Svejk”. Por este escenario cruza la caravana de la Reina Juana, con sus propias luchas intestinas. Los escritores que ha reclutado para su carta de amor solo piensan en la fama y en el dinero que van a recibir y tampoco la reina consigue concentrarse porque le ha echado el ojo a un soldado jovencito de su comitiva.
Entre los escritores que se pelean, se emborrachan, se aburren o imaginan cómo eternizar una historia tan vulgar, va uno, el de las primeras páginas del libro, que avanza, pero está muerto. Ha perdido su querida llama, tal vez la llama de la imaginación.