Leonard Cohen: «Un ballet de leprosos»
por Mercedes Martín
(Lumen, 2023)
Un hombre de treinta y cinco años vive en una pensión y tiene un trabajo aburrido y mal pagado. Es un fracasado, pero al menos tiene una amante a la que ve cada noche. Ambos intercambian palabras de enamorados, pero en su cabeza cada palabra se contradice: no siente nada. Y cada vez se hace más insoportable mentir. Ya ni siquiera la desea y hacer el amor se está convirtiendo en un suplicio. ¿Por qué miente? Tal vez porque vive sumido en la resignación, embotado por una vida solitaria y sin sentido. Vive como un cobarde.
Hasta que aparece el abuelo.
El abuelo no tiene dónde quedarse y es muy mayor, así que nuestro protagonista debe hacerse cargo. Hasta entonces el protagonista no se siente con fuerzas para vivir de verdad, pero el abuelo trae a su vida un sentido de pertenencia y un propósito: no humillarse jamás.
Si su abuelo, aun siendo tan mayor, es capaz de levantar su bastón contra todo el que trata de humillarlo, él también. Si las historias que cuenta sobre su familia son heroicas y ejemplares, él puede sentirse orgulloso. Ahora comienza una nueva era, al fin tiene una “misión” en la vida y ha descubierto la alegría de “pertenecer”. Así que el hombre emprende una cruzada de “pureza” donde intenta siempre seguir la voz de su interior, no ocultar más sus sentimientos y no dejarse amilanar por nada ni nadie.
¿Qué tenemos aquí? ¿Es una historia sobre un nieto y su abuelo, la importancia de la familia, la crisis de los cuarenta, que cada vez están más cerca? En mi opinión es una parodia del nazismo. La cruzada de “pureza” que emprende el hombre requiere violencia y cosificación del otro, a la par que genealogías y mitologías. Su encuentro con el abuelo (judío, irónicamente) hace del hombre, que vive arrodillado, un superhombre, que camina con la cabeza alta entre la multitud y, la narración, un monólogo interior en primera persona, se entreteje en su cabeza con versículos del Antiguo Testamento.
Sin embargo, no podemos evitar sonreír ante la envergadura de las acciones que emprende nuestro héroe. Al fin y al cabo, se trata de una parodia, lo que aporta a este relato su sentido más profundo.
Cuando escribió esta novela corta el autor tenía veinte años. En una entrevista Leonard Cohen dice que ante el sinsentido de la existencia o levantas el puño o gritas Hallelujah. Pues bien, esta parece ser la consigna que alienta toda su producción, incluida esta su primera novela.
La novela o mejor dicho novella viene acompañada de otros relatos de juventud no menos interesantes para comprender el alcance de su arte.