Mac DeMarco, el viaje como inspiración
por Xavier Valiño
El relativo éxito de Mac DeMarco, cabeza de cartel en festivales de grandes audiencias a pesar de hacer un pop lánguido, melódico y sencillo, le ha llevado a querer dar un vuelco a su vida. La pandemia no fue suficiente y se metió en una furgoneta con un pequeño equipo para grabar lo que le iban sugiriendo los lugares por los que se fue desplazando sin plan fijado de antemano.En Five Easy Hot Dogs, su nuevo disco, hay catorce piezas instrumentales tituladas como los sitios en los que se alojó y que siguen manteniendo el sonido por el que se conoce. Sin voces, ahora es la instrumentación la que acapara toda la atención, dejando caer piezas de pop-jazz-bossa nova sobrias, ligeras y cálidas, sin mayores pretensiones. Las líneas de bajo se apoyan en leves apuntes de sintetizadores y una percusión espartana, manteniendo una apreciable unidad, sin que haya diferencias notables entre unas y otras que las haga claramente identificables con cada una de las localidades a las que alude. Puede que en su trayectoria no sea el disco menor que aparenta, pero sí que será especialmente disfrutable por sus seguidores.
El propio DeMarco nos explica todo el proceso y sus intenciones en sus propias palabras: “Toqué en la zona de la Bahía en San Francisco a mediados de enero, era un bolo que se había reprogramado por mal tiempo unos meses antes. Tenía intención de conducir hacia el norte y no volver a Los Ángeles hasta que tuviera un álbum terminado. No tenía nada muy pensado en cuanto al recorrido, pero sí quería ver a gente y hacer un par de visitas si me cuadraban por el camino.
La idea era echarme a la carretera y quedarme en moteles, hoteles, con amigos o donde pudiera y grabar allí donde estuviera. Si algo no funcionaba, levantaría el campamento y volvería a ponerme al volante. Un poco como estar de gira, pero sin tocar. Simplemente gastando dinero.
Antes de tocar en San Francisco me pasé un tiempo montando un sistema de grabación portátil que metí en el Toyota, tendría unos ocho canales máximo. Me llevé las guitarras, un bajo, una batería pequeñaja con un bombo que serramos por la mitad en el Golden Gate Park, además de todos los pies y cables que necesitaría, un par de micros, un sintetizador modelo D antiguo y un TX7. Por el camino me fui agenciando de más rarezas, aunque intenté viajar lo más ligero posible.Igual es cosa de los últimos años o quizá sea la edad, pero la idea de dejar atrás la normalidad o la comodidad y poner mi vida patas arriba, durante un periodo de tiempo específico, me pareció una gran fuente de inspiración. Al final este proceso me ha llevado casi cuatro meses.
Todas las canciones de este disco se han grabado y mezclado en los diferentes lugares donde me he hospedado, y se corresponden con las ciudades que dan título a cada canción. Todos los temas aparecen en orden cronológico. Intenté grabar algo todos los días durante el viaje. Escribí un diario, grababa notas de voz y también hacía fotos y vídeos. No es momento de compartir todo eso por ahora, pero tengo muchas ganas de que parte de la música que compuse en el viaje vea la luz.
En algunos sitios me quedé más tiempo que en otros. En algunos ya había estado, otros solo los conocía de pasada. Intenté buscar cosas que hacer. Si no le pillaba el rollo a la ciudad, me ponía a pasear hasta que alguien me reconocía y me dejaba llevar. Conocí a un montón de gente superinteresante y viví cosas muy guays. Dicho lo cual, algunos de los sitios en los que recalé no se prestaban mucho a dejarse llevar o encontrarse con gente, y en esos casos pasé tiempo solo, a veces durante periodos bastante largos.
Hacia el final del viaje, sería a principios de abril, me propuse conducir desde Nueva York hasta Salt Lake City y quedarme en Salt Lake más o menos un mes, para coincidir con una fecha que teníamos para tocar en un festival. Por otra parte, decidí dejar de fumar cuando empecé el viaje. Tuve un mono horrible todo el camino hasta Salt Lake, y tampoco es que se me pasara al llegar. No encontré ningún sitio en el que pudiera quedarme todo ese tiempo en la ciudad y acabé en un pueblecillo por el lago llamado Panguitch, cerca del Parque Nacional de Zion. Alquilé una cabaña en la que podrían haberse alojado 20 personas, pero en ella estaba solo yo, pasando el mono de nicotina rodeado de un montón de animales disecados. No había seres humanos en 80 kilómetros a la redonda. Fue una idea nefasta. Aguanté un día. Me volví a Los Ángeles a la mañana siguiente. Cuando llegué a casa sentí que había tirado la toalla sin conseguir lo que me había propuesto. Vamos, una idiotez.
Si lo que quería era improvisar, grabar y viajar sin rumbo fijo, era absurdo pensar que también podría haberme sentado a esperar o planificar lo que quería hacer. No partí con un concepto o un sonido en la cabeza. Simplemente me puse a grabar. Afortunadamente todo lo que grabé durante ese periodo encaja, se percibe una identidad musical que lo atraviesa todo. Me entregué en cuerpo y alma a lo que estaba haciendo y este es el resultado. Tal y como tenía que ser. Este disco suena a aquel viaje. Espero que lo disfrutéis”.