Discos
por Xavier Valiño
T. REX: Whatever Happened to the Teenage Dream? (1973) (Demon)
Demon Music continúa con sus lanzamientos de Marc Bolan y T. Rex centrados en distintos años de su carrera con una caja que cubre lo que grabó en 1973 y titulada What Happened to the Teenage Dream? En este caso se incluyen los álbumes Tanx y Zinc Alloy, junto con los singles y caras B de aquella temporada, como, claro está, “20th Century Boy”, “Children of the Revolution”, “The Groover” o “’Solid Gold Easy Action”, más maquetas o tomas descartadas de ambos álbumes. Este recopilatorio también presta atención a incursiones primerizas de Bolan en el mundo del soul y en lo más destacado del álbum inacabado que escribió y produjo para la cantante estadounidense ‘Sister’ Pat Hall.
Su título plantea una pregunta pertinente. Después de un año estelar (1972), durante el cual T. Rex disfrutó de dos singles en el número 1, en el que dio conciertos completamente vendidos en grandes recintos, en el que participó en la película-concierto dirigida por Ringo Starr Born to Boogie y en el que tuvo un exitoso álbum, The Slider, su magia parecía que comenzaba, lenta pero inexorablemente, a desvanecerse. Por ello resulta pertinente esta caja que viene a certificar que Bolan buscaba evolucionar y que, aunque no todo el mundo lo entendiese o siguiese ya, seguía plenamente creativo. Conviene, por lo tanto, reevaluar aquel año y este es el mejor planteamiento posible.
J. TEIXI BAND: En el barrio (Javier Teixidor)
El propio grupo ha perdido la cuenta de los discos que lleva editados desde que inició su trayectoria hace casi cinco lustros. Son diez, y en ellos las dos duplas que otrora formaron parte de Mermelada y Elegantes -45 años en activo los contemplan- siguen buscando como atrapar las raíces de la música negra y adaptarlas a su sonido. No hay banda que mejor represente esa conjunción de rhythm & blues, soul y blues en el Estado.
En el barrio viene marcado por la incorporación de una sección de viento (trombón, saxo y trompeta) que los acerca más que nunca a Nueva Orleáns, aunque tampoco representa un cambio tan significativo respecto a discos anteriores. Pero al menos han querido reforzar tal impresión poniendo en la portada una fotografía tomada en una calle de esa ciudad, al pie de un garito musical de esos en los que ellos reinan.
Y eso enlaza también con la otra intención del álbum, que sean canciones idóneas para interpretar en directo, intentado capturar la esencia de la banda y trasladarla al estudio. Como siempre, además de temas inapelables como “Me llevo lo mejor” o “Pártelo, dámelo”, incluyen varias versiones, a saber: “Rip this Joint” de The Rolling Stones, “Love Is A Burden” de Jamestown Revival (titulada “No es un sueño” en su interpretación), “Gone to Stay” de The Proven Ones (“No tendrás valor”) y “Hard-Core Troubadour” de Steve Earle (“El último trovador”), esta última solo en digital y compacto, no en el vinilo -al igual que una poderosa muestra de su directo, “Grandes huesos negros”, algo también habitual en sus discos-.
WHITNEY HOUSTON: I Go to the Rock: The Gospel Music of Whitney Houston (Sony)
El año pasado se estrenaba Whitney Houston: I Wanna Dance with Somebody, una película con una sobresaliente interpretación de la actriz y cantante Naomi Ackie, con un guion un tanto edulcorado y, a cambio, grandes secuencias musicales. Su banda sonora, I Wanna Dance with Somebody (The Movie: Whitney New, Classic And Reimagined), servía para recordar el gran éxito que obtuvo con sus canciones diseñadas para gustar a todos los públicos, aunque a algunas de ellas se les sumasen innecesariamente otras voces.
Con la intención de mantener el interés por la cantante, se edita ahora un álbum con las canciones góspel que interpretó en su día. Conviene recordar que Houston, al igual que otras grandes del soul como Aretha Franklin, creció cantando en la Iglesia, por lo que son canciones que sentía muy cercanas y a las que, afortunadamente, no se intentó hacerlas más asequibles.
Entre sus 14 temas hay tres en directo y seis inéditos, en los que Houston brilla sin refuerzos innecesarios. Evidentemente, no puede llegar a la altura de cumbres como Amazing Grace de Franklin, pero sí que puede considerarse este su álbum más auténtico y conseguido, aunque haya sido editado póstumamente, más de once años después de su muerte. La pregunta es clara: ¿Cómo hubiera cambiado su carrera de haber sido editado en vida? ¿Hubiéramos tenido una Houston distinta?
SURFIN’ BICHOS: Más allá (Sonido Muchacho)
Al hilo de las otras dos reuniones en este siglo de bandas españolas clásicas (091 y Los Enemigos), Surfin’ Bichos regresan a lo grande. Muchos se lo habían pedido pero ellos se habían negado hasta ahora, cuando las circunstancias eran favorables, giras de 2006 y 2017 al margen. Podía haber sido un fiasco si el disco no hubiese acompañado pero, al igual que los dos casos citados, su vuelta representa un ejemplo de creatividad totalmente vigente.
Su primer álbum en 30 años, el quinto, se abre con “Máquina que no para”, un tema autorreferencial, como otros en el disco, que engarza perfectamente con su pasado y tan rotundo como el “Siete mil canciones” del disco Bestieza de Los Enemigos (2020) o “Condenado” del álbum La otra vida de 091 (2019). Sin embargo, cuando comienza “El caballo del mar” y suena el piano al poco de su inicio se descubre que los Surfin’ Bichos del 2023 están aquí para partir de las coordenadas clásicas de su sonido sin ponerse limitaciones, abriéndose a nuevas vías que engrandezcan su legado.
Evidentemente, los proyectos de sus componentes en estos años (Chucho, Mercromina, Burrito Panza, Travolta o los discos a sus nombres como Fernando Alfaro o Joaquín Pascual) han servido para ir navegando en otras aguas y aplicarlo ahora a su reencuentro. “Luz del Mediterráneo” sería uno de esos temas impensables anteriormente en su repertorio, alumbrado por la luz de esa costa y el sonido de las bandurrias. Los vientos de “El baile más allá” acompañan un tema de ritmo contagioso, mientras que “Lotus Europa” (que parece sacada de su disco Fotógrafo del cielo) se convierten en un vals cercano a una marcha militar y en “Tu propia Navidad” traen al recuerdo a El Niño Gusano. En el fondo revolotea una sensación de recapitulación frente al fin del mundo, una especie de sortilegio con el que enfrentarse al apocalipsis personal, de nuevo entroncando con su pasado pero enraizado en el contexto pandémico en el que se creó.
RUFUS WAINWRIGHT: Rufus Wainwright (25th Anniversary Edition) (Geffen-Universal)
En su día no se publicó en España, al menos en 1997, fecha de su edición original. En aquel momento, Rufus Wainwright era un desconocido -a pesar de los antecedentes musicales de sus padres, Loudon Wainwright III y Kate McGarrigle-. Sí lo haría meses después, iniciando ya con su segundo disco Poses (2001) un idilio con España que se mantiene a día de hoy y que se manifiesta sobre todo en sus asiduas visitas en directo.
Coincidiendo con el vigesimoquinto aniversario del lanzamiento de su debut se edita ahora una edición ampliada con diez cortes extra. Buena oportunidad para recuperar un disco que se abría con la casi operática “Foolish Love”, que contenía singles como “April Fools”, la melancólica “Baby”, la exuberante “Beauty Mark” (oda al lunar de su madre en el labio) y dos canciones con referencias españolas: “In My Arms” y “Barcelona”.
A ellas se le suman siete cortes hasta ahora disponibles únicamente en la caja limitada de trece discos House of Rufus y otras tres piezas inéditas procedentes de las sesiones de grabación del álbum (“More Wine”, “So Fine” y “Come”), destacando “A Bit of You” y su versión de “St. James Infirmary”. A medio camino entre el pop, el folk, la ópera y el cabaret, Rufus Wainwright allanaba el camino con esta entrada grandiosa y majestuosa para una carrera que abarca ya más de una docena de discos y que seguirá creciendo gozosamente, sin duda.
DAN CROLL: Fools (Communion-Music As Usual)
Conviene situarnos: tras editar su segundo álbum en 2017, Dan Croll se mudó a la soleada Los Ángeles. El inglés de Staffordshire, que había pasado por la academia de Paul McCartney en Liverpool, compuso 20 canciones tocadas por el pop californiano que recogían todos los vaivenes emocionales que iba sintiendo. Grabado en el estudio Spacebomb de Matthew E. White, Grand Plan devino uno de los álbumes pop más redondos de los últimos años. Luego le dio continuidad con Grand Plan Live, dándoles una nueva oportunidad a aquellos temas con interpretaciones registradas en un parque, una playa, un taxi o su casa, con el mar o el tráfico de fondo.
Asentado completamente en California, ahora toca mirar adelante y sobreponerse a otros temas que han ocupado su mente, como una ruptura sentimental o la pérdida de su abuela. De nuevo con Matthew E. White respaldándolo, Croll firma nuevas canciones igualmente luminosas que buscan la perfección pop (“Sunshine”, “Fools”, “Slip Away”, “How Close We Came”), si acaso con una leve inclinación a sonar esporádicamente bailable (“Friend of Mine”, “Talk to You”) o incluyendo una steel guitar que lo emparenta algo con el country pop del país que lo ha acogido (la emotiva “Second Guess”, “Red and the Green”). Sus artesanas composiciones seguro le han servido tanto de bálsamo a él como lo harán con quien lo escuche con la atención que merece.