Goya. Picasso. Tauromaquias
por Maica Nois
(Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Salas temporales). Madrid. Del 23 de junio al 3 de septiembre de 2023)
Una ocasión excepcional en Madrid a la que le seguirá la exhibición en Málaga en el Centro Cultural Fundación Unicaja del 3 de octubre al 10 de diciembre. Dentro del acuerdo de colaboración suscrito por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y la Fundación Bancaria Unicaja en un logro de realizar exposiciones compartidas. Con el añadido en este caso con el Museo Casa Natal Picasso de Málaga al celebrarse el cincuenta aniversario de la muerte de Picasso en 1973 quien aceptó ser elegido académico de honor de la Real Academia por lo que la exposición aúna un homenaje a su obra.
En la presentación a los medios Tomás Marco, director de la Academia, Cristina Rico, directora de División de Actividades de la Fundación Bancaria Unicaja y Victor Nieto, académico y comisario de la muestra.
Son 33 láminas calcográficas de cobre de la Tauromaquia de Goya (siete grabadas por ambos lados) que posee la Academia, grabadas a aguafuerte y aguatinta entre 1814 y 1816. Siete estampas desechadas, excluidas de las dos primeras ediciones, incorporadas a partir de la tercera -1876- que son el resultante de cuarenta imágenes de asuntos taurinos. Se les suman cuatro ejemplares de los “Toros de Burdeos” dibujados a lápiz litográfico por Goya entre 1824-1825.
A esta importante obra patrimonial nacional se le incorpora la serie completa de estampas realizadas por Picasso sobre la tauromaquia que fueron objeto de un encargo de Gustavo Gili Roig al objeto de una edición de bibliofilia sobre la “Tauromaquia o arte de torear”, en el tratado escrito por el diestro José Delgado alias “Pepe Illo” que fue impreso en Cádiz en 1796. Son 24 estampas del Museo Casa Natal Picasso de Málaga y dos de la Biblioteca Nacional de España.
Se “enfrentan” dos colosos de nuestro gran acervo cultural patrimonial artístico en un temario común, correspondiendo a sus estilos y técnicas propios. Tener en cuenta la adscripción de ambos al mundo del “arte del toreo”.
A Goya se le adjudica por parte de algunos una afición desmedida y otros un simple aficionado teniendo en cuenta la confrontación que se ofrecía a la población por la peligrosidad de una exhibición en la que los hombres se jugaban la vida (lo que en hoy día se ha trasladado a la negatividad de la actividad por el maltrato animal) y que además eran actividades de festejos que ocupaban varios días y jornadas. Así los tendidos de la Tauromaquia de Goya reflejan actitudes de divertimento y en los Toros de Burdeos tomas tumultuosas en las que predomina el desorden. Festejos que a veces devenían en un caos. Esta situación promovió en el siglo XIX un espectáculo reglamentado.Es cierto que las primeras ediciones de las imágenes del mundo taurino de Goya tuvieron escaso éxito, sin apenas compradores. Sólo más tarde se realizó una nueva valoración como un documento único en años que se estaba creando el toreo moderno.
Dentro del devenir político-social de su época cabe preguntarse si la aproximación de Goya al tema taurino contiene un examen crítico en su contemplación de un espectáculo popular y sus implicaciones en el tema considerado de violencia y no sólo en la temática taurina sino también otros temas en los que el pintor vinculaba su visión propia interna ante los acontecimientos trascendentales de su vida.
Así consideró que Los Caprichos obedecen a una respuesta ante la vida frívola de la Corte y los Desastres de la Guerra son la contienda bélica que flageló al país 1808-1812. La Tauromaquia corresponde a una desilusión con gran pérdida de sus ilusiones. Se introduce en el tema de la lidia buscando también un tema para paliar sus dificultades económicas. Esta intencionalidad no tuvo el logro deseado. Seguramente porque ofreció en la estampación un predominio de lo dramático que no era lo que el público demandaba que prefería escenas más ligeras y costumbristas.
Las imágenes de Goya muestran no sólo el espectáculo sino también la tragedia. A esta aseveración le seguía la prohibición parcial firmada el 9 de noviembre de 1785 de las corridas de toros decretada por Carlos III. Distintas circunstancias como la muerte de Pepe Illo (1801) llevaron a la prohibición de corridas y confluyeron para que las estampas de Goya tuvieran un tratamiento más personal diferente al uso que les hacia único y diferente. Aún con todo esto es difícil determinar con exactitud la posición de Goya frente al arte taurino y su fiesta.
El trato de favor y aceptación de José I a este espectáculo y los partidarios de Fernando VII y su nueva aceptación son reflejados por Goya en un sentido crítico que recupera en su temática en exilio por su sentido liberal en Francia . Muestra de esta época son las estampas conocidas como “Los Toros de Burdeos”. Estampación de la que en principio tuvo que satisfacer sus gastos de los cien ejemplares por estampa. Estas composiciones tardías no dieron el fruto y refrendo deseado.
Cierto es que la obra taurina de Goya entra en su configuración tardía y se confluye con sus propias controversias como ser humano correspondiendo con su época.La obra de Picasso sobre el mismo tema consta de veintisiete estampas grabadas en mayo de 1957 formando parte del libro “La tauromaquia o arte de torear”. Considerada una obra útil para los toreros de profesión, los aficionados y toda clase de personas que gusten de los toros. Se parte del tratado de 1796 del diestro José Delgado Guerra (1754-1801) (alias Pepe Illo) que fue editado por Gustavo Gili Esteve en Barcelona, colección Ediciones de La Cometa -1959 con doscientos sesenta y tres ejemplares ilustrados con 27 aguatintas de Picasso a punta seca estampada en los talleres del grabador Jaume Pla de Barcelona. La editorial tenía relación personal con el artista desde su formación en 1926 ya que Picasso estudia con el pintor Baldomero Gili Roig hermano del fundador de la editorial
La situación personal y anímica de Picasso en su largo proceso de identidad con su culmen en el “Guernica” tienen su aproximación a la confrontación entre el toro y el torero en el coso taurino que se insertan en un ritual escénico que Picasso sabe interpretar como consecuencia de un ideario que se fragua en un largo periodo de llevar al artista a realizar una gran obra ilustrada en esta temática.
Se conoce que desde niño realizó bocetos a lápiz de distintos momentos de la corrida, con la plasticidad de los movimientos del torero y su dramatismo en la cogida. En su adscripción en amor por España y añoranza de su tierra lejana estaban los toros a los que acudía con frecuencia en el sur de Francia.
También es importante su admiración por las escenas de tauromaquia de Goya por su intensidad narrativa y técnica. Después de una corrida en Arles, primavera de 1957, corrida que fue propiciada por Gili el editor para activar al pintor a cumplir con la tarea y en tres horas y media realiza las veintiocho aguatintas que reflejan variación desde los toros en el campo, el arrastre, la salida a hombros del torero, la cita de banderillas, el salto con la garrocha, la cogida, la estocada. Su ojo creativo todo lo recoge y lo representa en un testimonio rápido y directo.
Y es el libro La Tauromaquia, el primero publicado con originales del pintor en España, impreso en 1959 a sus setenta y ocho años con 263 ejemplares en vitela sobre papel Guarro, que exhibían las ilustraciones efectuadas en aguatinta al azúcar-técnica que le permitió trabajar sobre la plancha de forma directa con el pincel con inmediatez en la ejecución y rapidez del trabajo en el que las manchas negras se distribuyen en torno al ojo del ruedo y genera el movimiento de imagen.
La Tauromaquia en estas planchas de cobre demuestran su maestría al infundir la viveza y movimiento a estas manchas de tinta.
La identificación de Goya con los temas taurinos proviene de sus grabados y litografías. Similar es la situación de Picasso en la que su fama taurina está dentro de su obra gráfica no solo en La Tauromaquia. Sus confrontaciones entre mitológica y taurina, el minotauro en la Metamorfosis de Ovidio, la suite Vollard y la Minotauromaquia, son uno de los icónicos más reconocibles del siglo XX.
El recorrido al que acompañan las 104 piezas definido por su comisario Victor Martin “Esencia de obra de arte y gesto irrepetible” de dos genios en torno a sus gráficas. A la obra en exhibición se les ha dotado de unas lupas que cuelgan de las vitrinas para poder acercarse a través del cristal lo que facilita una interacción aún más subjetiva si cabe con la obra.