Manuel Oyonarte: “Realidades sin nombre”
por Julia Sáez-Angulo
(Zasbook. 204 págs.)
Fernando Castro Flórez y Enrique Maeztu presentaron el libro del pintor Manuel Oyonarte “Realidades sin nombre”, El viaje de un artista en busca de lo propio del arte. Ambos participan con sus textos en el libro. El acto, que ha tenido lugar en la madrileña Galería Bat, estuvo muy concurrido de oyentes y fue abierto por el galerista José Cornejo.Enrique Maeztu recordó a Manuel Ortega, padre de Oyonarte, quien resaltaba el romanticismo del genio y la importancia del artista, que debía desconfiar siempre de las modas en el arte y en el mercado, porque cada artista es solo él mismo, que encuentra un lenguaje, pero tampoco se aferra a él para no repetirse. En Manuel Oyonarte ha habido siempre una constante: la investigación artística y filosófica, la necesidad de expresarse, dejándose llevar por su propia reflexión interior. En la actualidad ha abandonado la figura y la representación.
Castro Flórez, crítico de arte, subrayó la obsesión filosófica de Oyonarte a lo largo de su trayectoria y en el amplio texto que recoge el libro “Realidades sin nombre”, para fijar sus meditaciones sobre el arte y la pintura. Recordó las conversaciones de Francis Bacon con Silvester sobre composición pictórica y subjetividad, ideas que igualmente interesan a Oyonarte. El tema de la realidad es algo importante para el pintor, algo que está más allá de los algoritmos. La realidad fenoménica, la estética como teoría de la sensibilidad.
El pensamiento de Kant y Schopenhauer están muy presentes en las reflexiones de Oyonarte. El mundo como voluntad y representación, influido por el pensamiento de Oriente. “La filosofía no viene de Grecia, sino de Jonia”, señaló Castro Flórez. De Oriente. Lo pulsional interviene creando la realidad como drama y angustia, dinamiza la actividad.
“Cuando no soy consciente de lo que ha sucedido es que la obra es muy buena”, señala Oyonarte en el libro. Una relación entre el inconsciente y la profundidad. “Lo más profundo es la piel”, señalaba Valery.
Oyonarte escribió su tesis doctoral “El objetivo bipolar de Jorge Oteiza”, un artista muy interesado por Martin Heidegger y su obra “Ser y tiempo”, por la mística del vacio de Eckhart, “el vacío como plenitud” que señala el zen. Oyonarte proyecta su vida en la pintura.
Manuel Oyonarte cerró la presentación diciendo que “Realidades sin nombre” es tres libros en uno: pensamiento estético y filosófico; la acogida de la obra actual, como catálogo, y el viaje del pintor a lo largo de los últimos ocho años, según lo había estructurado Marina Ortega.
Señaló que su obsesión había sido encontrar el ”límite de la subjetividad y hallar lo propio del arte”. “La razón en el arte puede llevar a la banalidad y me quedé con el inconsciente próximo. Todo un camino que hay que recorrer. Un recorrido a través de ti mismo, hasta llegar a lo propio del arte. Se trasciende al artista y se llega a lo común, al todos. Trabajo con todo lo que no soy yo, y los cuadros van funcionando solos. Cuando dejas de ser tú y de ser todo sin necesidad de lucha. No hay que librar batalla y es entonces cuando se gana la batalla al arte”.