Robert Olmstead: «Lejana estrella brillante»
por Mercedes Martín
(Hermida Editores, 2022. 132 págs)
Lejana estrella brillante es una novela pero a la vez un poema épico sobre la caída de los últimos héroes del siglo XIX y la llegada del siglo XX, probablemente un siglo sin grandeza ni ideales. Escoge como alegoría de esa decadencia la Expedición Punitiva que llevó a cabo el ejército estadounidense en México, cuando salió a buscar a Pancho Villa y su banda terrorista (hoy la llamaríamos así) allá por 1916 para castigarlos por su incursión y expolio de la ciudad de Columbus en Nuevo México. Esta expedición fallida, pues a pesar de emplear a diez mil hombres, nunca consiguió su objetivo, consistía en varios regimientos equipados a la antigua usanza, con rifles, caballos y bayonetas… A los que se añadía a modo de experimento algunos inventos recientes como las metralletas, un automóvil y seis aeroplanos de reconocimiento. En este territorio localiza Olmstead la conjunción entre el pasado y el futuro: los regimientos de caballerías haciendo sonar sus trompetas, con el pañuelo anudado en el cuello, atacando al galope y la tecnología que ya hacía su apoteósica aparición en Europa, con la Primera Guerra Mundial. En este territorio queda como único testimonio de aquellos años épicos el rodeo, que hoy se practica como deporte.
Lejana estrella brillante es también una alegoría de la decadencia de la masculinidad entendida como heroicidad: hombres duros que viven prácticamente a caballo y que se enrolan en bandas o ejércitos como forma de vida, Sin familia, solos frente a la adversidad, con las únicas armas de sus propias fuerzas, su valor y su habilidad con la pistola. Es esta masculinidad la que declina a medida que el protagonista avanza hacia la noche y la lejana estrella brillante que guía su ocaso.
Y a la vez ese ocaso representa la vejez, que en el caso de esos hombres tiene el agravante de tener que aceptar la propia vulnerabilidad como una humillación. Hay una escena de la novela en la que el protagonista entra en el bar del pueblo donde el ejército ha establecido su base y ahí están los otros, sus compañeros de fatigas, y lo miran con más burla que respeto. En esa escena un idiota borracho se atreve ahora a hablarle de tú a tú y a llamarle viejo.
El desierto de Chihuahua es el escenario de la novela. Resulta ideal para representar la soledad del hombre en su lucha a brazo partido contra la naturaleza. La derrota es inevitable y aun así el héroe lucha, lo que convierte la historia en una tragedia griega. Este desierto magnífico y aterrador es el que atraviesan hoy en día los emigrantes mexicanos camino del sueño americano o simplemente una vida mejor. Allí quedan, ellos también, abandonados a su suerte.
¿Qué me queda por decir sobre esta excelente novela? Cuando terminé de leer no estaba segura de poder transmitir todo lo que dice esta novela. Eso es bueno. Nadie ha dejado de tener algo que añadir al ya extenso comentario del Quijote. La buena literatura tiene ese extraordinario efecto.
A propósito del Quijote, la novela de Olmstead remite de algún modo a las llanuras manchegas, la muerte de una época heroica, la vejez y la lucha lunática, trágica y hermosa, de un viejo por volver a ser joven. Y cómo no, a su modo es un pequeño y digno homenaje a la Odisea.