Paret en Bilbao. Arte sacro y profano
por Alberto López Echevarrieta
(Museo de Bellas Artes de Bilbao, Museo de Arte Sacro y Bilbao, del 9 de junio al 5 de setiembre de 2021)
El Museo de Bellas Artes de Bilbao y el Museo de Arte Sacro presentan conjuntamente la exposición Paret en Bilbao. Arte Sacro y Profano dedicada a la obra realizada por este singular artista madrileño entre los años 1779 y 1787 coincidentes con su estancia en la capital vasca. Son más de medio centenar de trabajos entre pinturas, esculturas, obras sobre papel, mobiliario, artes decorativas y documentos que se reparten no sólo entre las dos sedes, sino también en lugares públicos.Reunir toda esta obra ha supuesto un gran trabajo para las dos pinacotecas, sobre todo por lo dispersa que ha estado y las dificultades de negociación que entraña la situación pandémica en que nos encontramos. El patrocinio de la BBK ha sido fundamental. En la presentación de la muestra, su comisario, José Luis Merino, resaltó la voluntad unánime de llevarla a cabo, porque Bilbao está en deuda con Paret principalmente por la inmensa satisfacción que produce la contemplación de sus obras.
Luis Paret y Alcázar (Madrid, 1746-1799) no vino por ganas, sino desterrado por el rey Carlos III por mantener amistad con su hermano, el disoluto Luis de Borbón. El monarca le ofreció varios destinos, pero el artista prefirió los aires del norte. Nunca se arrepintió de la elección, ya que se enamoró de una tierra y unas gentes a los que retrató con verdadero cariño a juzgar por el resultado.
La parte profana de la exposición puede verse en el Bellas Artes. Llaman la atención sus paisajes locales que, por detallistas, se identifican perfectamente a pesar de los cambios sufridos en los dos siglos y pico pasados desde su realización. El Arenal bilbaino y su entorno, el barrio de Olabeaga, Lutxana con la ría, Bermeo, Santurtzi… En la Vista de Bermeo (1783), por ejemplo, plasma en bajamar desde uno de los muelles lo que hoy conocemos como Puerto Viejo.
Con tinta y aguada gris y azul pintó la Ría de Bilbao (1785) con un fondo en el que se aprecia la desparecida Torre de Lutxana y el desierto de los Carmelitas Descalzos. El artista colocó su caballete en la margen derecha, a la altura del actual Puente de Rontegi. Constituye un documento de gran valor histórico.
Los dos autorretratos y el realizado a su esposa, Micaela Fourdinier, acusan unos detalles en sus vestimentas que rozan lo inverosímil. Cada pliegue de la ropa e incluso las ramas y flores que rodean a la dama a modo de bodegón, son de una belleza y perfección absolutas.
En el Museo de Arte Sacro se encuentra la obra religiosa del artista: cuadros que hizo para las capillas de palacetes y para distintos templos de la Villa, principalmente para la Iglesia de San Antón a la que estuvo íntimamente ligado porque en ella fueron bautizadas sus dos hijas. Para este templo pintó El Divino Pastor, una obra convexa que constituía una de las dos puertas del sagrario del altar mayor.
Anexo a San Antón estuvo el primitivo Ayuntamiento de la Villa en cuyo oratorio colgó el imponente lienzo La Virgen María con el Niño y Santiago el Mayor. Inmediato a este edificio se instaló una de las dos fuentes públicas que diseñó Paret y siguen funcionando. Su servicio estaba destinado a los pescadores que llegaban hasta este punto y a los vendedores del mercado próximo. La otra se encuentra en la Plaza de Santiago, frente a la fachada de la catedral para la que hizo un Monumento de Semana Santa de unos diez metros de altura del que sólo queda el recibo firmado por él de los 12.055 reales que cobró.
Otro gran lienzo que presenta el Museo de Arte Sacro es el Martirio de Santa Lucía que Paret pintó para la parroquia de Larrabetzu.
La exposición se completa con un itinerario -mapa incluido-, que indica los enclaves de la capital vasca donde Paret tomó sus panorámicas y los palacios y templos para los que pintó motivos religiosos.
Todo ello configura el universo de un pintor perteneciente a la modernidad ilustrada que se movió entre el rococó y el neoclasicismo y al que Bilbao sinceramente aprecia. La exposición conjunta es pura delicia.