Juan Manuel de Prada: “Una biblioteca en el oasis»
por Julia Sáez-Angulo
(Magníficat, 2021. 416 págs.)
Cada escritor tiene su biblioteca imaginaria y sabe que hay libros que forman parte de uno mismo, de su mente, de su espíritu, de su alma. Juan Manuel de Prada tuvo la suerte de que le pidieran hablar de su canon literario en “Una biblioteca en el oasis” para la editorial Magníficat y él no ha dudado en ofrecer 60 libros en los que comenta, capitulo a capítulo su interés y por qué.
El editor Pablo Cervera Barranco cuenta en su Nota de entrada: “La primera vez me dio calabazas… Fue con ocasión del Año de la Fe (2012-2013), convocado por el papa Benedicto XVI. Solicité al autor una serie de textos (que podrían convertirse en una atractivo librito) sobre cada uno de los artículos del Credo. Argumentó su negativa en que él no era teólogo, sino un novelista, un literato. Acepté el revés”.
En esta ocasión, Juan Manuel de Prada (Baracaldo, 1970) no se le ha resistido a la propuesta de un particularísimo canon literario en el que “se juntan las obras sublimes sin interrupción junto a las obras decididamente menores que sin embargo nos conquistan por el asunto que tratan, o tal vez por la perspectiva que adoptan para tratarlo, o porque de vez en cuando intercambia páginas memorables en las que destacan una idea que nos convence, una frase que nos conmueve, una observación que nos interpela”, explica el autor.
“Quienes nos dedicamos al rescate de libros custodiamos en nuestra alma un relumbre de la comprensión divina, que siempre tiende a salvar, antes que a condenar, a quienes se le acercan”, añade de Prada.
Entre los autores elegidos o destacados en el libro “Una biblioteca en el oasis” , figuran Gilbert Keith Chesterton, con “El hombre eterno” o “San Francisco de Asís”; Shusaku Endo, con “Silencio”; Leonardo Castelani, con “El Evangelio de Jesucristo”; Clives Staples Lewis, con “Cartas del diablo a su sobrino”; Calderón de la Barca con “La vida es sueño”; Vintila Horia con “Un sepulcro en el cielo”; Evelyn Waugh, con “Los seres queridos”; Leon Bloy, con “Exégesis de los lugares comunes” y “Diarios”; Giovanni Papini, con “Historia de Cristo”; Morris West con “Las sandalias del pescador”; François Mauriac, con “Nudo de víboras”; Tirso de Molina, con “El condenado por desconfiado”; Frederick William Rofe, con “Adriano VII”; Gertrud von Le Fort, con “La última del cadalso”, o William Peter Blatty, con “El exorcista”.
Juan Manuel de la Prada, uno de los novelistas más conspicuos del panorama literario español son advierte en su liminar: “Todos los libros de esa biblioteca en el oasis nos hablan de Dios y de la alianza que Dios ha entablado con el hombre, que abraza todo sus ser espiritual y corporal y alcanza una de sus expresiones más gloriosas a través de la literatura. Pero la literatura, aún la más divinamente inspirada, no `puede dejar de confrontarse con el “drama” humano, que es el meollo constitutivo de todo arte digno de tal nombre”.