Discos
por Xavier Valiño
TASH SULTANA: Terra Firma (Sony)
Cuando editó su primer álbum (Flow State) en 2018 a sus 23 años, la multiinstrumentista -toca más de 20 instrumentos- australiana que ya había vivido una vida ciertamente intensa, con una superada adicción a las drogas, varias bandas locales en su currículo y temporadas tocando en las calles de su ciudad. Fue una grabación casera subida a YouTube la que le consiguió millones de visionados y un contrato discográfico.
Su segundo disco incide en lo que ya había mostrado en su debut y que, en cuanto a su sonido, ella ubica en un punto intermedio entre Aretha Franklin, Bon Iver y John Mayer. Abriéndose por primera vez a colaboraciones, aunque sigue tocando y controlándolo casi todo, hay en sus canciones elementos de blues y soul y un agradecido acercamiento a los sonidos urbanos, bien domesticado todo para buscar más la emoción de cada canción en sí que el despliegue virtuosista. Mejor en su primera mitad, le habría beneficiado una cierta poda que evitase la sensación de uniformidad.
DJANGO DJANGO: Glowing in the Dark (Because-Music As Usual)
Aunque aún estamos en los inicios de esta nueva ola, sigue llegando más de esos primeros discos motivados por la pandemia. El cuarto álbum de los británicos Django Django tiene un título sintomático, Brillando en la oscuridad, que deja bien clara la necesidad de pensar en un mundo mejor y de evadirse de la realidad. Este ejercicio de escapismo, tanto a nivel social como político, se traduce en su trabajo más espontáneo, contagioso y hedonista.
Hay en él más relación con su debut que en los dos trabajos anteriores diferenciándose, por el contrario por incluir canciones pensadas para interpretar en directo en cuanto se vuelva a la anhelada ‘normalidad’. Por ello se nota más que nunca la pasión de la banda tocando juntos, con cierta urgencia y con piezas más cortas y directas, despojadas más que nunca de las capas que solían revestir antes sus composiciones.
INSTITUTO MEXICANO DEL SONIDO: Distrito Federal (El Volcán Música3)
Lo de Camilo Lara se supone que es un sinvivir. Desde que empezase en el mundo musical como ejecutivo discográfico hasta llegar a trabajar con Beck, Beastie Boys, Julia de Castro, Lila Downs o Norah Jones solo ha habido un paso, el Instituto Mexicano del Sonido (también conocido como IMS o Mexican Institute of Sound), con una parada en su proyecto Mexrrissey (Morrissey adaptado a ritmos latinos.
En su sexto disco sigue retomando el sonido del pasado para trasladarlo al futuro, partiendo de ritmos como la cumbia pero tratándolo con la electrónica, su especialidad. Y en esta ocasión lo hace con una carta melancólica de amor por su ciudad y las cosas comunes aunque imperfectas, por aquello que ha ido perdiendo su identidad a medida que se ha ido gentrificando a pesar de la resistencia de sus habitantes, convirtiéndolo en un emotivo y bailable homenaje a la memoria colectiva.
NILSSON: Gold (Demon)
Cuando falleció en 1994 a los 52 años, Harry Nilsson había dejado tras de sí una maravillosa colección de álbumes y singles a los que conviene volver de vez en cuando. Dio la casualidad de que sus dos mayores éxitos (“Everybody’s Talkin’” de Fred Neil y “Whitout You” de Badfinger), aquellos por los que se le recuerda incluso por aquellos que no saben su nombre, no los había escrito él, pero otras de sus canciones contaron con versiones de Neko Case, Glen Campbell, The Monkees, LCD Soundsystem…
Este nuevo recopilatorio recién editado incluye 45 canciones en tres discos, tomadas todas de los 13 álbumes que editó con la compañía RCA, deteniéndose especialmente en sus dos trabajos más celebrados, Nilsson Schmilsson (1971) y Son of Schmilsson (1971). Puede que “Gotta Get Up”, ahora reproducido repetidamente en la serie de Netflix Muñeca rusa ayude a despertar y recuperar el interés en su obra, y Gold puede ser una perfecta puerta de entrada a su gratificante universo.
STEVEN WILSON: The Future Bites (Caroline International-Music as Usual)
Siempre habrá quien compare su obra en solitario con la de bandas de su pasado, especialmente Porcupine Tree. Sin embargo, a Steven Wilson, crecido entre discos de rock progresivo y soul, lo que siempre le ha interesado es seguir investigando, seguir creando y aventurarse más allá de lo hecho anteriormente o de lo que se podría esperar de él.
Si su disco de hace cuatro años (To the Bone) se centraba ya las redes sociales manipuladoras y las noticias falsas, ahora Wilson incide en recapitular acerca de las adicciones del siglo XXI y la pérdida de la personalidad. Sus ocho canciones, más una introducción, evocan los experimentos sonoros de algunos creadores de los 80, pudiéndolo situar como una versión actualizada del Peter Gabriel de entonces, algo que queda claro en el aire funk de “Man of the People”, “Self” (¿no es “Shock the Monkey?), “Eminent Sleaze” o la inagotable “Personal Shopper”. Recomendable en este caso la versión deluxe, con temas inéditos y versiones extendidas.
CLAP YOUR HANDS SAY YEAH: New Fragility (CYHSY/Secretly-Popstock!)
Desde luego, Alec Ounsworth no es hoy el joven que debutó con su banda en 2005, obteniendo una cálida acogida con su debut homónimo. De aquellos chavales que se habían conocido en la Universidad de Connecticut solo queda hoy él, y sus preocupaciones lógicamente han cambiado, aunque conviene recordar que aquel disco se cerraba ya con un tema en el que mostraba su preocupación por los muertos en la guerra de Irak.
Tomando el título (Nueva fragilidad) de un cuento de David Foster Wallace, ahora Ounsworth reflexiona sobre la edad, las relaciones acabadas, la depresión o la cultura de las armas, tratando de avanzar en medio de una incertidumbre casi cruel y buscando la redención moral en medio del colapso social e individual. Lo expresa, eso sí, con su colección de canciones más conseguidas desde su debut y de influencias más amplias, evidente en las cálidas cuerdas de “Innocent Weight”, la psicodelia de “Mirror Song” o el brillo levemente esperanzador de “Thousand Oaks”, “CYHSY, 2005” y el tema titular.