Marlen Haushofer: «La Pared»
por Mercedes Martín
(Volcano Libros, 2020. 208 págs)
La protagonista de La Pared está de visita en casa de sus primos en Los Alpes, en plena naturaleza, pero de un día para otro se queda completamente sola salvo por la compañía de algunos animales. Una pared invisible no la deja ir a ningún sitio. Al otro lado del “cristal” la vida se ha detenido, los pájaros a este lado de la pared revientan y caen al suelo. Es un presagio funesto: allá fuera todo ha terminado, ¿y aquí dentro, qué pasará?La protagonista comienza a ocuparse en las pequeñas cosas que sin embargo son las esenciales. Dentro de esa burbuja, la filosofía y el progreso ya no parecen importantes, y comienza una simbiosis entre humanos y animales. Además la mujer empieza a tomar medidas preventivas contra un posible ataque de otros humanos: “el único enemigo que había conocido en mi vida había sido el hombre”. Para ello se pertrecha: sustento, agua, armas… La autora consigue crear una atmósfera asfixiante, pero a ratos también consigue que nos relajemos y disfrutemos de la vida retirada: vivir aquí y ahora.
“De repente me pareció completamente imposible sobrevivir este luminoso día de mayo. Al mismo tiempo sabía que debía sobrevivirlo y que no había escapatoria.”
Al final, lo que está sucediendo parece el fin del mundo, pero a la vez el principio: una segunda oportunidad, una vuelta a la naturaleza, a la economía de subsistencia, a lo esencial. La “catástrofe” que ha detenido el mundo podría ser un nuevo génesis, otro Big Bang, y ella el último habitante de la Tierra o el primero. Una nueva Eva.
Marlen Haushofer publicó esta novela en 1963, cuando el mundo ya conocía los horrores de la bomba atómica y se había lanzado a la carrera nuclear. Ante la amenaza de que alguno de esos ensayos nucleares destruyera por error o locura toda la vida en la Tierra, los que podían se construían búnkeres y acumulaban provisiones.La crítica hoy relaciona la novela con el ecofeminismo: no es Adán, no es Noé ni es Robinson Crusoe, sino una mujer y es la única sobre la faz de la Tierra después de “la catástrofe” (o eso parece) y tiene que apoyarse en la naturaleza para sobrevivir. Además puede permitirse escribir lo que piensa de verdad, libre de la opinión pública y de las apariencias: sobre el ser humano, ser mujer o ser madre… “porque ya no hay nadie a quien engañar”. Aprende ahora más sobre sí misma y la condición humana que en todos los años que pasó encadenada a la civilización, a sus demandas y a sus horarios. Su vida pasada no tendría sentido en las nuevas circunstancias, pero lo más probable es que tampoco lo tuviera antes.
Las preguntas que surgen con la lectura son éticas: ¿cómo debo vivir?, ¿qué mentiras vividas como verdades conforman mi vida?, ¿a qué verdades doy la espalda tranquilamente como si eso no tuviera ningún coste? La novela contiene reflexiones bellamente condensadas en frases concisas y demoledoras y consigue atraparnos como un thriller.