Restauración de Clásicos Vascos
por Alberto López Echevarrieta
(Museo de Bellas Artes de Bilbao, a partir del 10 de marzo de 2021)
El Museo de Bellas Artes de Bilbao presenta los resultados del trabajo de conservación y restauración llevados a cabo en el último año gracias a la colaboración que mantiene desde hace siete con Iberdrola y que permite el saneamiento de obras de la colección dañadas o que precisan tratamientos de conservación preventiva. En esta edición, como en la anterior, se han incorporado al programa otras que, sin pertenecer a la pinacoteca han formado parte de exposiciones temporales dedicadas a Isabel Baquedano y Vicente Ameztoy, así como la colección de Félix Fernández-Valdés.
Esta actividad, llevada a cabo en un año atípico en el que los museos y la cultura en general se han visto afectados por la pandemia, se hace visible ahora tras un encomiable trabajo que ha permitido devolver todo el esplendor de su inicio a las obras tratadas mediante procedimientos que han permitido la eliminación de suciedades acumuladas con el tiempo, así como arreglos realizados sin el preciso rigor.
Algunos cuadros han recobrado nueva vida. Un ejemplo lo tenemos en la bellísima Chica del gato, un óleo sobre lienzo que pintó el bilbaino Ángel Larroque en 1895. Si ya entonces fue un ejemplo de modernidad, ahora, con la restauración y la recuperación de tonalidades, parece otro, ya que ahora se perciben en él unos matices que se habían perdido. En el taller de la pinacoteca se han eliminado el barniz oxidado, los repintes, el estucado… También se le ha puesto un marco nuevo.
La mayor parte de los trabajos de restauración se han realizado en obras pertenecientes a artistas vascos de proyección internacional. El Paisaje con pastor del guipuzcoano Ignacio de Iriarte es otro ejemplo. El cuadro, adquirido el año pasado gracias a la aportación de los Amigos del Museo, presentaba numerosas reintegraciones cromáticas procedentes de una restauración anterior.
“Todas estas impurezas salieron a la luz mediante el análisis en ultravioleta al que le sometimos. Aparecieron barnices y zonas retocadas con colores ajenos al original. Hubo alteraciones hasta en el soporte. Es un orgullo ver cómo ha quedado”, dijo en su presentación María José Ruiz-Ozaita, jefa del departamento de Conservación y Restauración del museo.
Otros ejemplos de un antes y un después son Playa de Sopelana y Paisaje con montañas que hizo Juan de Barroeta en 1863, dos óleos a los que siempre se ha tenido como las primeras representaciones del litoral vasco al estilo de Paret. Pertenecen a la etapa paisajística del pintor bilbaino antes de que se pasase a los retratos. El primero de ellos ha sido el que más trabajo ha dado en su recuperación, ya que ha requerido la sustitución de viejos parches que deformaban la obra.La fábrica de Pasajes, de Gonzalo Chillida, es un ejemplo de la tradicional influencia que ha tenido Vázquez Díaz entre los pintores vascos. Un correcto tratamiento de limpieza ha servido para recuperar el toque poético que le proporciona al cuadro la atmósfera húmeda y brumosa que rodea al motivo central. También han cobrado nueva vida Montmartre sur la neige, de Jean-François Raffaëlli, y esa delicia titulada El tejado, de Marta Cárdenas, un aguafuerte perteneciente a su etapa caracterizada por el empleo del blanco y negro.
Los trabajos de restauración se han completado con ocho litografías en color -toda una novedad en la época-, realizadas en París por Joaquim Sunyer y enmarcadas en un cierto ambiente suburbial; el collage sobre papel Los Monegros, que se integra en la serie Paisajes imaginarios, de Pablo Milicua, y dos trabajos de Remigio Mendiburu, Jaula para pájaros libres y Raíces. A la primera de ellas se le ha reparado alguno de los elementos que tenía fracturados y a la segunda se le ha recuperado la peana original diseñada por uno de los artistas que mejor trabajó la madera.
Estas restauraciones han quedado reintegradas en el Abecedario de la pinacoteca bilbaína que permite revisar su colección a través de una selección realizada por temas.