«El ingenio al servicio del poder. Los códices de Leonardo da Vinci en la corte de los Austrias»
por Maica Nois
(Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Madrid Del 16 de febrero al - 16 de mayo de 2021)
El recorrido de la exposición reivindica la importancia de la ciencia y la trasmisión del conocimiento en la España de los Austrias con la llegada de personajes de gran talento que desde Europa acudieron a la corte para ponerse al servicio de los reyes con sus conocimientos. El momento de mayor esplendor tuvo lugar durante el reinado de Felipe II que estuvo rodeado de grandes técnicos. Un ejemplo: «Los Veintiun libros de los ingenios y las máquinas» de Lastranosa el tratado de hidráulica más importante de la época. En esta época Madrid se posicionó como la capital del conocimiento técnico y científico dando lugar a grandes proyectos de arquitectura e iniciativa civil. Un poco conocido siglo de Oro español de ciencia y técnica.
El establecimiento por Felipe II de la corte en Madrid determinó la residencia del monarca y la sede de los Reales Consejos lo que la convirtió en el centro neurálgico de la monarquía. La región de Madrid tanto la capital como Alcalá, Aranjuez o El Escorial, fueron el extenso territorio donde se asentó la corte y se convirtió en uno de los focos científicos-técnicos más activos de Europa. Constituido no sólo por españoles sino también napolitanos y milaneses, flamencos, portugueses, alemanes, ingleses y franceses, con los que viajaron propuestas e invenciones, libros e ideas que se compartieron más allá de las fronteras políticas.
La construcción del monasterio de San Lorenzo de El Escorial fue la mayor empresa artística de Felipe II para la que no escatimó esfuerzo. Su arquitecto Juan de Herrera ideó sistemas de trabajo para realizar la obra en un tiempo inusualmente breve para la época. En su ornamentación, a la que se dio gran importancia, se formaron equipos de artistas genoveses y milaneses. El rey destinó al monasterio las piezas más selectas de su colección artística. Su centro neurálgico fue el presbiterio de la basílica con su gran retablo centrado por la monumental custodia de Jacopo de Trezzo. Las esculturas en bronce dorado se realizaron en Milán por la familia de Pompei Leoni quien actuó también como agente artístico del rey y pudo obtener para él los manuscritos de Leonardo da Vinci que hubieran tenido cabida en la monumental biblioteca del monasterio concebida como un gran centro del saber de la época.
En la época renacentista también proliferaron los proyectos hidráulicos. Madrid y la corte impulsaron algunos de los más ambiciosos que tuvieron como objetivo embellecer los palacios del rey al mismo tiempo que mejoraban la situación de la capital y del país. Fundado en el principio de «agua para la vida» se erigieron presas, acueductos, canales, puentes. Algunas de estas construcciones se encontraban a la vanguardia de la Europa contemporánea construidos por ingenieros de los cuatro puntos cardinales del continente y que se movían entre las principales cortes y compartían conocimientos y aspiraciones.
Leonardo da Vinci escribió que» el agua era parte sustancial de la tierra y del ser humano». Sus códices están repletos de notas y dibujos sobre hidráulica. El interés de Leonardo refleja el interés del Renacimiento por conocer la naturaleza del agua y llevar a cabo construcciones para su almacenamiento, la conducción y aprovechamiento para el abastecimiento, el riego, el trasporte o mover máquinas.
Gracias al testimonio del pintor de origen florentino Vicente Carducho tenemos noticias de la presencia en 1620 en Madrid de los códices de Leonardo da Vinci. Carducho menciona haberlos visto en la casa de Juan de Espina Velasco, que había nacido en Madrid y era destacado cortesano con mayorazgo de los Espina en Ampuero que incluía molinos y ferrerias. Espina había logrado formar un gran gabinete de «maravillas» en su residencia madrileña. Su pinacoteca convivía con instrumentos y elementos decorativos exóticos. En la biblioteca destacaban los códices de Leonardo da Vinci. Su legado llegó hasta Felipe IV. Los códices de Leonardo da Vinci están considerados el mayor tesoro de sabiduría del Renacimiento. Hoy constituyen los «códices Madrid I-II» la gran importancia de encontrarse sus originales en la Biblioteca Nacional de España.
Los códices manifiestan una creatividad desbordante y una admirable capacidad de expresarse mediante imágenes. Una mente que se adelantó a su tiempo. El enciclopedismo de los conocimientos de Leonardo le impidieron resolver muchos de los asuntos concebidos. Obras que usualmente eran inacabadas, aunque sí su autoría, en la concepción expresada, en sus múltiples campos ha sido fuente de inspiración decisiva para generaciones. Desde mediados del siglo XVI intelectuales y artistas desearon poseer algunas de sus obras escritas. Uno de ellos fue el escultor Pompeo Leoni, quien trajo a Madrid algunos ejemplares magníficos del Maestro.
La valoración de la obra de Leonardo da Vinci evolucionó con el trascurso de los años. Su valía como artista superó al resto de sus talentos. Sus manuscritos se convirtieron en objeto de colección y no de estudio. El hecho de que estos nunca fueron publicados impidió la mayor divulgación de sus conocimientos.
Sólo fueron compilados sus pensamientos y anotaciones sobre pintura a su muerte por Francesco Melzi conocido como el «Trattato di Pittura» de Leonardo da Vinci. Lo que permitió conocer de sus estudios sobre la luz y las sombras, el movimiento, las proporciones y la fisonomía, la teoría de la perspectiva basada en la utilización del color y sus observacviones sobre el paisaje. La primera edición apareció en España en 1784 Su influencia e inspiración en otros artistas se han aportado en la exposición.
La conducción de esta exposición multidisciplinar, dividida en seis bloques, nos sitúa en la presencia de España entre los siglos XVI y XVII. Con su contenido desde libros teóricos, los proyectos hidráulicos, la proyección de la obra de El Escorial. Permite conocer e invita a indagar siguiendo el relato histórico el cómo llegó a Madrid, la historia poco conocida y que merece la pena conocer, de los escritos por Leonardo Da Vinci. Es un recorrido por el tiempo aplicando modernas técnicas de proyección en instalaciones, muy bien emplazadas, que permiten adentrarse en los hallazgos de esa época y sus manifestaciones, no sólo científico-técnicas sino también las artísticas.
La muestra ha contado con la participación de la Consejería de Cultura y Turismo, La Subdirección General del Patrimonio Cultural, la Subdirección General de Difusión y Gestión de la Comunidad de Madrid, en colaboración con más de veinte instituciones en las que destacan: la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Biblioteca Nacional de España, la Biblioteca de Turín y el Patrimonio Nacional. Todo un equipo: Comisariado Magoga Piñas Azpitarte en colaboración con Almudena Palancar Barroso y en el discurso científico comisariado por Daniel Crespo Delgado, Mariano Esteban Piñeiro, Nicolás García Tapia, Carlos Jiménez Muñoz, Almudena Pérez de Tudela Gabaldón y Elisa Ruiz García. En un edificio tan emblemático, que recientemente se ha reacondicionado para recibir a los visitantes con las garantías que aconseja la pandemia, en el que se puede contemplar en estos días un recorrido cultural que fascina por su aportación a la historia.