José Belmonte Díaz: Judeoconversos hispanos. La cultura
por Alberto López Echevarrieta
Ediciones Beta III Milenio, S. L., 400 páginas
Cervantes, Fray Luis de León, Teresa de Jesús, Bartolomé de las Casas, Juan Luis Vives y Mateo Alemán tuvieron en común, al margen del papel que jugaron en la cultura e historia, el hecho significativo y poco conocido de su ascendencia judía. Así se desprende del ensayo realizado por el historiador José Belmonte Díaz con el título Judeoconversos hispanos. La cultura, que acaba de publicarse. Este libro, posiblemente uno de los estudios más pormenorizados que hasta el momento se han hecho sobre un tema tan poco frecuente en historiografía, es, según su autor, complemento y continuación del que dio a conocer hace tres años como La expulsión de los judíos: auge y ocaso del judaísmo en Sefarad, de la misma editorial y en el que fue coautora Pilar Leseduarte.
La obra actual incide fundamentalmente en la aportación a nuestra cultura llevada a cabo por los hebreos hispanos antes y sobre todo después de su expulsión, o sus descendientes en calidad de conversos. La relación nominal presentada por Belmonte alcanza la centena, con personalidades tan destacadas como las ya citadas. Demuestra que el Renacimiento y el Siglo de Oro español se deben en gran parte a influencias hebraicas, ya que la contribución judeoconversa proporcionó a la cultura hispana el tono distintivo que la diferenció de la europea.
El historiador abulense José Belmonte Díaz parte de la premisa de que la expulsión de los judíos en virtud de un coactivo Edicto Real “dictado con intolerancia unitarista”, fue un inmenso error político. Coincide con Salvador de Madariaga al calificar este hecho como “la mayor injusticia del siglo y una medida carente de humanidad”. Sostiene el autor que el estallido de la cultura española de los siglos XVI y XVII no fue una circunstancia fortuita, sino consecuencia de la contribución de los judíos conversos, sinceros o insinceros.
“Eran éstas gentes que poseían una superioridad intelectual muy acusada con respecto al cristiano viejo. Está demostrado que no fue solamente el aporte cultural y científico de los que vivieron en Sefarad, sino de los que quedaron y que, forzados, tuvieron que abjurar del judaísmo, e incluso después se desparramaron por Europa y brillaron en Amsterdam”.
La obra deja bien claro que judíos, conversos y judaizantes hispanos, musulmanes y cristianos, cada uno de estos grupos en su lugar y momento histórico, fueron destacados y valiosos participantes en la Historia de España. La relación que establece es muy amplia. A Juan de Mena (1411-1456), por ejemplo, se le ha definido como el primer poeta castellano que se planteó la creación de un lenguaje poéticamente elevado, distinto, diferente de la lengua vulgar hasta el punto de que el castellano debe a Mena una profunda renovación. Considera también a Antonio de Nebrija (1444-1522) como un hombre de gran sabiduría renacentista que mantuvo fuertes encontronazos con el Santo Oficio a raíz de los comentarios que hizo sobre distintos pasajes de las Santas Escrituras y que fueron definidos por algunos teólogos como “temerarios y sacrílegos”. Sin embargo, hoy está considerado como el primer restaurador de la literatura española tras el renacimiento de las ciencias y las artes en Europa.
Otro tanto ocurre con el dramaturgo Fernando de Rojas (1465-1541), descendiente también de conversos y autor de “La Celestina”, obra cumbre de la literatura española. Juan Luis Vives (1492-1540) por su parte nació en el seno de una familia judía y llegó a ser autor prolífico en temas de política y de paz, pacifismo, psicología, filosofía, pedagogía… Hoy se le considera la figura cumbre del humanismo español.
Santa Teresa de Ávila (1515-1582) tuvo ascendencia judaica por vía paterna, hecho éste que ha tratado de silenciarse en algunos sectores. El historiador mantiene que la familia de la santa era originaria de Toledo, de donde tuvo que escapar a Ávila dado el carácter de judío converso renegado y amasador de ingente fortuna de su abuelo, Juan Sánchez “El toledano”. Más tarde, en 1519, tuvo lugar un proceso para acreditar la hidalguía de su propio padre, Alonso Sánchez de Cepeda, y de sus hermanos, un hecho que sirvió para confirmar la ascendencia de la santa abulense. Nada de extrañar en una sociedad en la que multitud de judíos se convirtieron al cristianismo por miedo a las torturas.
También fue descendiente de judío converso San Juan de la Cruz (1542-1595), uno de los más insignes poetas místicos de la lengua española. La rama paterna había sufrido persecución por parte de la Inquisición en tierras toledanas. Se especula, incluso, que su madre tenía antecedentes moriscos como muchos de los habitantes de Fontiveros donde nació el escritor.
Y hablando de escritores encontramos en la relación al mismísimo Miguel de Cervantes (1547-1616) a cuya familia siempre se le ha dado un posible origen judeoconverso en base, sobre todo, al contenido de sus escritos y al hecho de que tanto su padre como su bisabuelo materno fueron cirujano-barberos, profesiones éstas que en la época cervantina la ejercían nueve de cada diez personas de ascendencia judía.
El profesor José Belmonte confiesa haber encontrado numerosas dificultades en la realización de su estudio, ya que no existen documentos, con algunas excepciones, que prueben la ascendencia hebraica de las personalidades tratadas. La razón es muy lógica: Unos los destruyeron y otros los enmendaron a fuerza de influencia o dinero. No era cuestión de alardear de un pasado familiar que te pudiera perjudicar seriamente.
Judeoconversos hispanos. La cultura es una aportación definitiva al tema. La lectura del texto dista mucho de ser farragosa, ya que tiene amenidad y sobre todo interés. Únase a esto una extensa bibliografía, las opiniones de una selecta nómina de historiadores y la “quasi” novedad del tema.