Discos
por Xavier Valiño
LANA DEL REY: Norman Fucking Rockwell (Polydor-Universal)
Cuando despuntó en 2011 con “Video Games”, parecía que Elizabeth Woolridge Grant iba a convertirse en la mayor estrella del nuevo siglo. No era su debut (después se empezaron a conocer discos anteriores) pero fue suficiente para despegar una carrera que, desde entonces, ha seguido reclamando la atención a pesar de sus pasos en falso (su directo) y discos que no llegaban a concretar del todo aquella expectación.
Sin embargo, ocho años después Lana del Rey consigue, por fin, el álbum para el que parecía destinada desde su fulgurosa irrupción. Más que nunca, esa conjunción de devoción por la cultura pop, baladas que parecen de otra época y su imagen de diva gélida confluyen perfectamente, encontrándose con atinadas melodías y la versión más desnuda de sí misma, la que mejor le sienta.
MURA MASA: R.Y.C. (Polydor-Universal)
Como documento de actualidad, no es fácil encontrar otro disco tan relevante como el segundo disco del guerneseyés Alexander Crossan bajo su alias Mura Masa. Ya su título, R.Y.C. –o sea, ‘raw youth collage’, traducible como ‘collage juvenil en crudo’- deja bien claro que este álbum, personal e introspectivo, refleja acertadamente la confusión, la angustia y la alienación derivadas del acceso a la edad adulta para la generación marcada por la tecnología.
Se sirve para ello de colaboradores de rabiosa actualidad, como Clairo, Georgia, slowthai o Ellie Rowswell, de Wolf Alice, con los que esa generación se identifica ampliamente. Y, por último, lo hace con una mezcla lograda de pop, punk, música de baile, rap, drum’n’bass y voces tuneadas. Lo dicho, la perfecta instantánea de este momento.
HOLY FUCK: Deleter (Holy F/Indigo)
Que el quinto álbum del cuarteto canadiense se abra con una canción en la que colabora como cantante Alex is Altaflor, líder de Hoy Chip, ya quiere decir algo. Su disposición a contar con el vocalista del grupo para el que han hecho de teloneros en su gira norteamericana, así como su participación en bandas sonoras como las de Reingresa Ad, parece apuntar a un cierto intento de lograr una mayor repercusión.
Algo de eso hay en un disco más convencional que los anteriores o que, al menos, opta por seguir ofreciendo música electrónica sin elementos electrónicos. Ahora se muestran más cerca del rock electrónico que del dance punk agresivo, sin necesidad de mostrar una vorágine o velocidad explosiva en cada corte, como si estuvieran actualizando el legado de Death in Vegas.
PABLO UND DESTRUKTION: Futuros valores (Humo Internacional)
Cuando el año pasado se pudo ver a Pablo G. Díaz presentando una nueva canción en el programa de TVE 2 Un país para escucharlo, quedaba claro una vez más que se trata de uno de los artistas de personalidad más apabullante de la escena estatal. La canción, de título “Gijón”, era una reconversión, llevada a su terreno, del clásico “Amsterdam” de Jacques Brel.
En su quinto disco (sexto si contamos con Negrón, Directo en Lata de Zinc), crudo, corto y directo, la acompaña de otros ocho temas que lo encuentran más analítico e íntimo que nunca, exponiéndose entre el monólogo ulterior y la filosofía de las cosas. Entre el folk reivindicativo de Billy Bragg, Phil Ochs o Woody Guthrie y una versión actualizada de Imanol, Paco Ibáñez o Chicho Sánchez Ferlosio, esto es la calma después del apocalipsis.
SCREAMING TREES: Sweet Oblivion [Expanded Edition] (Hear No Evil)
Nirvana y Pearl Jam acabaron teniendo más éxito, pero de todas las bandas que despuntaron con el grunge (con la excepción de Mudhoney) Screaming Trees fue la más regular, la menos apegada a su libro de estilo. Con Mark Lanegan al frente, dejaron varios discos que merece la pena recuperar, especialmente Dust (1996) y este que ahora aparece en edición ampliada, Sweet Oblivion (1992).
Con influencias de la psicodelia de los 60 o el rock pesado de los 70, el álbum encerraba grandes canciones (“Nearly Lost You”, “No One Knows” “Dollar Bill”) a las que ahora se le añaden otras seis 6: tres versiones de Small Faces, Black Sabbath y Thomas A. Dorsey, una cantada por el bajista Van Coner, otra inédita de las sesiones del álbum (“E.S.K.”) y una versión acústica de “Winter Song”.
LITTLE SIMZ: Grey Area (Age 101 Music)
La londinense de ascendencia yoruba-nigeriana Simbi Ajikawo debutó a los 16 años y, desde entonces, ya ha dado a conocer tres discos. Además de colaborar con artistas como Gorillaz, Kendrick Lamar, Lauryn Hill o Jay-Z, a los que deslumbró con sus canciones, ha participado como actriz en tres series de televisión (la última, Top Boy).
Su tercer álbum es, posiblemente, el mejor disco de rap del 2019. En él se muestra reivindicativa y reflexiva, segura como mujer y vulnerable expresando sus inseguridades, tan joven como sabia. Lo hace con diez canciones concisas que van del soul de “Pressure” a la balada “Flowers” (con Michaek Kiwanuka), parando en la casi acústica y jamaicana “Wounds”, el jazz en “Sherbet Sunset”, el neo-soul en “Selfish” o el corte de influencias asiáticas “101 FM”.