Noni Benegas: «Ellas resisten. Mujeres poetas y artistas. Textos 1994-2019»
por Mª Angeles Maeso
(Ed. Huerga y Fierro, 2019; 264 págs)
Noni Benegas (Buenos Aires, 1947) es autora de siete libros de poesía, ha recibido los premios Miguel Hernández, Ciudad de Palma, Esquío, Villa de Martorell; El ángel de lo súbito (2014) reúne toda poesía. Su tarea como poeta ha ido acompañada por una fructífera dedicación investigadora sobre la escritura de las mujeres, trabajos como la antología Ellas tienen la palabra: dos décadas de poesía española (1988), siguen estando vigentes y su estudio preliminar ha sido recogido recientemente bajo el título Ellas tienen la palabra: Las mujeres y la escritura (2018). En la actualidad, desde la Asociación Geneologías, trabaja para que la voz de las poetas precedentes a las generaciones actuales perviva y sea conocida. Es el hacer de quien desde tantos frentes muestra cómo la escritura de un poema, por parte de las mujeres, conlleva una sobredosis de incertidumbres y de interrogantes ante el lenguaje que los poetas desconocen. Lo que hoy es tema de actualidad ella lo abordó en un contexto social y político en el que el canon de la poesía de la mujer como ángel del hogar, aún coleaba. Noni titula ahora su último libro: Ellas resisten, y todas sabemos que el verbo resistir le corresponde a ella.
Ellas resisten se abre con una valiosa entrevista que Concha García y Carlos Álvarez-Ude le hicieron a la propia Noni, que no ha envejecido y en la que se exponen todas las ramas temáticas que convergen en el eje troncal de cada capítulo: “poesía y mujer”. Cabe interpretar la apertura de este nuevo libro con un texto de 1998 como afirmación de la autora en la voluntad de anudar los cabos de lo ya dicho, para ir acabando con la losa que sepulta la escritura de las mujeres, hasta el punto de les sentir que siempre se están empezando. A esa misma voluntad se ajusta el contenido de este libro: salvar del olvido una colección de artículos ya publicados sobre ese mismo eje, “poesía y mujer” ordenados cronológicamente, por fecha de nacimiento de cada poeta. De ahí, que arranque con tres nombres, insuficientemente reconocidos, en el paso de la República a la Dictadura (Concha Lagos, Paca Aguirre y Julia Uceda). Porque hay hilos que no pasaron a la generación siguiente como el que tejió Ángela Figuera en 1950, (su impactante Belleza cruel, México en 1958, no vio la luz aquí hasta 1978); porque hay poetas en la España de la Dictadura, como la citada Ángela Figuera o Carmen Conde o Gloria Fuertes, a las que, sin embargo, se las promovió de forma edulcorada, en un envoltorio de feminidad y maternidad que disolvía la potencialidad de su discurso crítico; porque hay poetas que, a sabiendas de que nadie parte de cero, en el negro aquí franquista no encontraba referentes, tal como confiesa la poeta Rosa Lentini, al reclamarse deudora de las norteamericanas de los 60 y sus consigna “lo personal es político”. Por todo eso, este libro resulta necesario.
Ellas resisten no trata de un grupo de artículos sobre una determinada poética, son muchas y variadas las propuestas estéticas que aquí encuentran reunidas. Encontramos en páginas contiguas dos poetas en las antípodas: Clara Janés, que aborda la escritura en clave de poesía mística (el secreto como defensa de un mundo propio que proteger) y, a continuación, las páginas sobre Juana Castro, poeta vinculada a la materialidad y temporalidad de los cuerpos: sanos enfermos, jóvenes, viejos. El modus operandi de Noni Benegas da por sentado que cada poética conlleva un modo ver, como diría J. Berger, y este Ellas resisten da sobrada cuenta de esos diversos modos de percibir la realidad. Tampoco la forma de los textos sigue como único modelo el ensayístico, Noni aprecia el sosegado fluir de la dialéctica y, en los casos de Julia Uceda, Paca Aguirre y Juana Castro, hace uso de la entrevista que facilite a las poetas un discurrir pausado sobre su poética y biografía.
Con los títulos de cada capítulo Noni resume y fija su lectura, unas veces hacia la expresión formal: La difícil sencillez de Angela Mora; El montaje rápido del poema, abre el paso a la poesía del instante de Ana Cuervo; Fórmulas breves: del verso al epigrama será la presentación de la poesía despojada de la mexicana Minerva Margarita Villareal; La identificación con lo lejano encabeza el artículo sobre Concha García; La extrañeza de lo cercano abre el dedicado a Olvido García Valdés y fija nuestra atención al amparo de una cita del italiano Leonardo Sinisgalli: “sin ruido en mi cuerpo se quiebra este fuego”; próxima a ella, también por la economía expresiva, la argentina Mirta Rosenberg dice: “Si supiera qué decir/no escribiría”. Una especie de respuesta a lo que podemos esperar de la poesía, apenas su propia capacidad para provocar preguntas.
El conjunto de artículos pone de manifiesto que, cuando son ellas las que escriben, el foco alcanza a lo que se quedó fuera de campo y aparecen modos propios de tratar las coordenadas espacio-temporales y nuevos temas como los abusos infantiles (Rosa Lentini, Juana Castro); nuevos modos de abordar los mitos (Aurora Luque y su modo de subvertir la herencia mitológica. Anexar otros espacios: El ama de casa nos prepara para entrar en la poesía de la mexicana Gabriela Sotomayor. Las nuevas relaciones entre madre-hija, cuando la casa está habitada por la enfermedad (María García Zambrano) o deshabitada por locura (Rosana Acquaroni) En el dedicado a Mercedes Carranza nos prepara para “Un personal parricidio”. Mujer con finiquito en la mano rotula a quien esto escribe. A la intemperie como el sin papeles, acoge la poesía de Berta Piñán. Con La catedral del consumo, de María Eloy-García, deambulamos por la atmósfera mística del hipermercado.
Ellas resisten tiene una segunda parte imperdible: El eco amplificado, que recoge cuatro interesantes estudios sobre mujeres en otras lenguas y artes. De especial interés, el capítulo Mujer y surrealismo en el que Noni disecciona la ontología del movimiento surrealista para mostrar que en el encuentro de ese binomio, “mujer y surrealismo”, hay muy poco de fortuito y mucho de mecanismo perverso. Pues, como ella argumenta, el eros surrealista, que ve en “el amor loco” una fuerza liberadora de lo oculto, encubre una trampa consistente, por un lado, en mitificar a la mujer como ser inocente, dotado de un conocimiento intuitivo, cercano al mundo de los sueños y la imaginación; y por otro, en precintar ese regalo de la naturaleza como producto no contaminado por la cultura, despojado de razón y también de lenguaje: el viejo viaje hacia la musa niña (la “in-fans”: la que no habla) que devuelve a la mujer a mero objeto incapaz para construirse como sujeto. Así, una propuesta estética como la surrealista, con su afán liberador de las fuerzas oníricas e imaginativas, con su apuesta por un lenguaje al margen de toda preceptiva, lo que hace emerger es la inclusión de la mujer en ese papel de “no persona”.
No tienen menor interés los tres siguientes que cierran este libro: El corpus lesbiano; Gertrude Stein o el escalofrío de nombrar las cosas por primera vez y Anne Sexton y el poema confesional.
Ellas resisten es una valiosa recopilación de materiales críticos, algunos difíciles de encontrar, sobre ese binomio, nada fantástico, “mujer y escritura” que sigue doliendo. Una lúcida indagación en material ajeno, a la par que dota a su propia poesía, de un tono meditativo, hondamente interrogante. El que le hace pronunciar en uno de sus versos de 2004: “no sé si se puede soportar que haya escritura”. No se la pierdan.