LOS ZUBIAURRE. MEMORIA GRÁFICA
por Alberto López Echevarrieta
(Museo de Bellas Artes de Bilbao. Del 5 de junio al 6 de octubre de 2019)
Más de mil doscientas placas negativas de cristal y copias positivas, encuadernadas y sueltas, y veintisiete películas relacionadas con Valentín y Ramón de Zubiaurre componen la exposición Los Zubiaurre. Memoria gráfica que presenta actualmente el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Este material compone el fondo fotográfico y cinematográfico en posesión de la familia de los ilustres pintores vascos y que ha sido donado a la pinacoteca bilbaína. Hasta ahora conocíamos a los Zubiaurre como a dos de los más representativos pintores vascos. Valentín, el mayor, nos dejó una extraordinaria colección de tipos, paisajes y escenas con su definido estilo que resultan imprescindibles a la hora de reflejar el ancestro vasco. Ramón, por su parte, fue más audaz en sus planteamientos y posiblemente más moderno. Sus cuadros pasan por ser preciadas joyas de la pinacoteca bilbaína.
A partir de ahora hemos de considerar también la condición de fotógrafos y cineastas de estos dos hermanos sordomudos, hijos de Valentín Zubiaurre, compositor y maestro de la Capilla Real de Madrid. Al margen de sus grandes cualidades para la pintura, Valentín y Ramón se aficionaron hace un siglo a las artes gráficas, principalmente a las nuevas formas de expresión artística como lo eran la fotografía y el cine.
Los Zubiaurre, originarios de Garai (Bizkaia), vivieron a caballo entre Madrid y este territorio histórico vasco en cuyas playas disfrutaron los veranos. Con una cámara fotográfica recogieron numerosas instantáneas de sus momentos de juego que luego repitieron en cine con una Pathé-Baby de 9,5 milímetros. Aquellos registros que se creían perdidos acaban de aparecer perfectamente guardados por la familia.
Su donación al Museo de Bellas Artes supone un reencuentro con los Zubiaurre y su particular mundo, a través de una dimensión desconocida. Es como si aquellos detalles de sus juventudes se recuperaran a través de una especie de Gran Hermano que si bien no tienen la firma implícita de sus autores, sí poseen el encanto de un amateurismo que nos ayuda a engrandecer sus figuras.
La exposición centra su atención en estas fotografías extraídas de placas de cristal y de las películas que han sido restauradas y digitalizadas por Filmoteca Vasca. También se muestra la cámara con la que se rodaron y se amplía con retazos de film que no llegaron a montarse, bien por deshecho o porque formaban parte de alguna nueva producción no terminada.
Completan la exposición los cuatro óleos de los Zubiaurre que pertenecen a la colección del museo, Retrato de mi hermana Pilar y Los intelectuales de mi aldea, de Ramón, y Por las víctimas del mar y Bersolaris, de Valentín.