Ana Isabel Ballesteros Dorado: Biografía deseada.
por Jorge Barraca
Desde que en 1983 quedara finalista del premio Henry Meillant y, entre otras menciones, ganara el premio de poesía Villa de Cox en 1997, el nombre de esta escritora se vio algún tiempo en las antologías de poetas del fin del milenio y en ciertas revistas literarias, pero su voz pareció luego transformarse exclusivamente en la de una investigadora y crítica literaria y teatral. Sus libros de creación ya elaborados no salían de su condición de inéditos. Por eso cabe congratularse de que finalmente uno de ellos vea ahora la luz.Su prosa surgía de algún modo insospechado en cada línea, con una cadencia tan peculiar como inconfundible; sus temas y personajes sorteaban los tópicos con una coherencia implacable; solo se citaban los diálogos de aquellos cuando lo significativo o lo ingenioso de las réplicas lo merecía, y la concisión estilística despertaba series de encadenamientos significativos, aunque muchas veces exigía una relectura por la que aparecían nuevas asociaciones. Resultaba por tanto, una lectura con su complejidad, pero que suscitaba una satisfacción especial cuando se aprehendía. Era de temer que tan buenas condiciones se hubieran frustrado, pues editorialmente no quedaba constancia de haber continuado su desarrollo, pero la publicación de esta novela supone el cumplimiento de las antiguas promesas: el lector, desde las primeras líneas, experimenta la sorpresa de un virtuosismo estilístico aún más depurado, y de unas sugerencias que se desvían una y otra vez de las expectativas o del pensar común, asombrando incluso al más avezado lector. Se percibe en seguida que los distintos capítulos pueden leerse de modo independiente, que el sentido generado en cada uno de ellos se ve modificado según el orden de lectura que se adopte, pero también que el monto de ellos supone más que la mera adición de las partes, pues acaba conformando un mosaico en el que se contempla un dibujo total mucho más rico.
Uno de los ejes del relato reside en su valor como testimonio generacional: el narrador protagonista, Daniel, forma parte de los agrupados en la llamada “Generación X”, de los etiquetados con el síndrome de Peter Pan, en ocasiones, pero su trayectoria interior se desvincula de los patrones de comportamiento y objetivos atribuidos a los nacidos en sus mismos años (de finales de los 60), y el contraste lo evidencia el propio narrador especialmente en el último episodio, cuando a través de sus conversaciones de algunos antiguos compañeros se van resumiendo y delatando aspectos de la forma de pensar y vivir de unos y otros, de los que él se distanció.
También se contraponen los esquemas mentales y las metas de Daniel con los de quienes, de una u otra forma, procuran su amistad o procuran orientarle en algún sentido. Contrariado por un entorno dominado por lo trivial en unos casos, y en otros por modas a las que pretenden arrastrarle, Daniel encuentra apoyo en los pensadores y escritores clásicos, en la interpretación y composición musical, tanto como en su imaginación, imaginación que le acompaña e interviene en momentos decisivos a veces intempestiva, a veces casi por cuenta propia, como curiosa manifestación del exuberante mundo interno del protagonista. Esta fantasía se presenta en la novela a través de poemas originales o imágenes plásticas que desvelan la capacidad creadora de la autora y abren a una nueva modalidad novelística, que combina la prosa y la poesía de una manera natural. Por lo que respecta a la multitud de referencias musicales, literarias, filosóficas, se hallan bien encastradas en las circunstancias del personaje, que las vive tal cual y las siente, aunque quizás se escapen por su variedad en algunos casos al lector más joven.
En ocasiones, puede llegar a extrañar la firmeza con que el voluntarioso Daniel se resiste a situaciones en las que se nos ha acostumbrado a creer que se cede, se concede o se naufraga, porque él mismo con frecuencia nota que los de su alrededor ejercen sobre él “la fuerza de todos contra uno”, con lo cual, parece casi hercúlea su oposición. Pero, psicológicamente, el personaje está bien trazado: se aprecia cómo desde niño se ha visto siempre obligado a buscar su identidad, a defender la búsqueda de un sentido vital propio incluso entre sus más allegados, una familia que siempre trata de imponerle esquemas de conducta muy convencionales; se señalan o insinúan los recursos en los que ya está adiestrado cuando los combates llegan a otros frentes… y también se observa su aprendizaje, no siempre positivo, con cada una de las relaciones relevantes que establece, aprendizaje ostensible, de una u otra forma, en las relaciones siguientes, que ya inevitablemente estarán condicionadas por lo vivido previamente con otras personas.
Pese a la perspectiva única, el lector distingue bien diseñados retratos, desde el punto de vista psicológico, de los personajes que asoman desde el inicio, personajes muy distintos unos de otros por edad, sexo y orientación vital, con todos los cuales, no obstante, Daniel guarda algún punto en común que motiva el acercamiento entre ellos.
Otro punto de interés lo constituye la narración de asuntos con personajes todavía poco transitados en la literatura, en los que se apunta a denuncias que abren los ojos al lector sobre grupos sociales aún apenas conocidos por dentro, pero en los que se ve imperar los mismos intentos de abuso de autoridad y de poder que se condenan en otros.
La dedicatoria que precede al texto de la novela presupone que este Daniel no es un individuo único, sino que constituye también él un tipo social. Desde luego, comparte con sus compañeros de generación las consecuencias específicas de los avatares de la historia política y económica comunes en España y, en concreto, en Madrid, por las edades en que han vivido todos ellos cada una de esas vicisitudes; comparte con varias generaciones los resultados de las antiguas rivalidades familiares motivadas por la división ideológica enconada a partir de los años sesenta. Y, quizás, en efecto, pueda identificarse, a partir de la lectura de este relato, una suma de personas sobre las que habitualmente no se novela, a las que no se encumbra ni promociona en los medios por salirse de los perfiles y modelos con que interesa alimentar el imaginario cultural. Daniel se une a la corriente de escritores y pensadores sobre los que ha asentado su vida, y la lleva consigo a quienes experimenten algo semejante a él.