«Sueños de lirios. Antología de poetas locos». Óscar Ayala (ed.)
por Alberto García-Teresa
(Huerga & Fierro, 2018)
En comparación con la publicación de antologías de poesía con aspiraciones canónicas o de plataforma de lanzamiento y/o reconocimiento, la cantidad de antologías temáticas en el territorio español es realmente ínfimo. Este cuidado proyecto de Óscar Ayala (que logró un más que prolífico año este pasado 2018 con un buen número de libros, entre obra propia de creación y otras como editor literario) se adentra en un terreno polémico para ofrecernos una estupenda muestra de poesía universal.Sueños de lirios. Antología de poetas locos (Huerga & Fierro, 2018) es un voluminoso tomo (casi seiscientas páginas) que da cuenta de una nómina más que notable de poetas de los últimos dos siglos. 101 autores se agrupan en sus páginas bajo el concepto amplio de “poetas locos”. Un concepto tan amplio que se refiere a las enfermedades mentales, incluida la depresión. De ahí que en el índice figuren nombres tan relevantes como Plath, Blake, Ginsberg, Lord Byron, Hesse, Juan Ramón Jiménez, Dylan Thomas, Artaud, Pound, Leopold María Panero, Badelaire, Whalt Whitman, Celan, Emily Dickinson, Hölderlin, Anne Sexton o Pizarnik. En su mayor parte, se trata de traducciones de otras lenguas, realizadas por un nutrido equipo de traductores.
De cada uno de ellos, Ayala recoge dos o tres poemas y escribe una sucinta nota biográfica que abre su selección. De esta manera, Ayala nos coloca delante de (más de) un centenar de puertas que, en efecto, logran, en general, incitar a adentrarnos en la obra de estos autores.
Las piezas escogidas no son, en absoluto, las más reputadas de cada pluma, pero no dejan de ser buenos poemas, en cualquier caso. Para ajustarse a la singularidad de este tomo, los textos recogidos suelen girar en torno a la locura, a una percepción no normalizada de la realidad o a los sistemas de control sobre estas personas. Sobre ese último aspecto, la amplitud del arco temporal permite, además de disfrutar de una gran variedad de formas y tonos, trazar un recorrido por los distintos grados y modos de exclusión de estas personas a lo largo de los dos últimos siglos. A su vez, el permitir que sean los propios protagonistas quienes hablen de sus trastornos, desde su (también) diversidad de experiencias, apreciaciones y matices, nos vuelve a poner sobre la mesa la importancia de conocer de primera mano lo que ocurre, sin mediadores. Igualmente, en los mismos poemas, podemos apreciar la multiplicidad de interpretaciones que tiene la poesía para ellos: desde su empleo de la escritura como instrumento de sanación, captura de las impresiones de unos estados de conciencia alterados, herramienta de denuncia, puente para eludir la soledad o escalera en la que introducirse en su autoconocimiento.
De esta manera, Ayala consigue mostrarnos un mapa repleto de hitos de poesía universal a cuento de un hilo constante en la literatura y en las sociedades humanas.