Campo de Criptana y los molinos genuinos de Don Quijote
por Carmen Valero
La Mancha, tierra de molinos y de gigantes quijotescos, es una ruta de memoria con la estela del gran Caballero Andante que creó don Miguel de Cervantes en su célebre novela universal. El pueblo pintoresco como pocos en La Mancha, se precia de contar con tres molinos genuinos del tiempo de Don Quijote y siete más del siglo XVIII. Los diez “gigantes quijotescos·” están en la denominada Sierra de los Molinos, desde donde se aprecian otros cuatro molinos a lo lejos, en el pueblo de enfrente Alcázar de San Juan. La Mancha tierra de gigantes, pues se pueden encontrar más molinos en Mota del Cuervo, Tembleque, El Romeral, Alcázar de San Juan, Puerto Lápice, Consuegra, Madridejos, Camuñas… Claro que los molinos del Campo de Criptana presumen de ser los más genuinos.
Como señaló la escritora Julia Sáez-Angulo en la conferencia de clausura de la XLI Semana Cervantina: “El artilugio del molino de viento, suma a la piedra catalina, dos piedras más: la volandera y la solera; la primera se fija en un eje vertical para poder moler, junto a la otra, el cereal correspondiente. La expresión “comulgar con piedras de molino” se comprende al verlas. Junto a las ruedas catalina, solera y volandera, un eje que llega a la cubierta del tejado circular en punta, donde las aspas serán guiadas por el madero movido por el molinero, según la dirección de los vientos manchegos, que Díaz-Hellín cita con precisión en su disertación de 2012: Los aires o los vientos de Campo de Criptana, 12 en total: Abregondo, Ábrego, Toledano, Moriscote, Cierzo, Matacabras, Solano Alto, Solano Fijo, Solano Hondo y los tres del Mediodía. Una relación ciertamente poética, con resonancias vivas en sus palabras. Quien sabe de vientos en tierra firme, sabe de molinos. En Madrid, curiosamente que no sabemos mucho de vientos hay un refrán que dice: El aire de Madrid mata un hombre y no apaga un candil o El aire de Madrid no apaga una luz y mata a un andaluz.
El Pósito Real, antiguo granero institucional, el Teatro Cervantes, el barrio del Albaicín, las cuevas, hoy bodegas o salas de estar, son otros muchos atractivos de Campo de Criptana, un pueblo para no perdérselo.
Campo de Criptana, que ha sido representado por numerosos pintores, tiene un añil muy especial que lo han resaltado artistas como Alfonso Sebastián o M. Pilar Venegas. Curiosamente ahora son muchas las casas que suben por la falda hasta la sierra de los Molinos que se vende. Resulta llamativo ver tantos carteles en las ventanas y Balcones que rezan “Se vende”. El alcalde señor Lucas da la explicación:
“La gente joven prefiere vivir en apartamentos de las casas altas a las afueras del pueblo y ya no quieren vivir en las casas de las cuestas empinadas de antaño”. Ahora esas viejas casitas o grandes casas con cenefas de añil, se venden desde cincuenta mil euros. Tres pequeños e interesantes museos junto a los molinos dan cuenta de tres artistas del hierro, del alambre y la madera, a la hora de interpretar a los héroes del libro El Quijote: Aurelio Teno, Antonio Manjavacas y Severiano Lucas. Éste último reproduce todos los oficios desaparecidos de un pueblo agrícola y es realmente maravilloso contemplar el detallismo artístico con que está hecho.