Goya reaparece en Bilbao
por Alberto López Echevarrieta
(Museo de Bellas Artes de Bilbao, a partir del 26 de abril de 2019 hasta setiembre)
“¡Están magníficos! ¡Absolutamente maravillosos!”. Emocionada y con estas palabras de júbilo se ha expresado Juliet Wilson-Bareau, posiblemente la experta número 1 a nivel mundial sobre la obra de Francisco de Goya, cuando ha visto limpios y restaurados los tres “nuevos” cuadros del pintor aragonés que presenta con todos los honores el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Tiene razón. Son tres retratos espléndidos que brillan con luz propia y sobre los que nadie tenía noticia, salvo la familia poseedora.
Tras un concienzudo estudio para determinar la autenticidad de los mismos llevado a cabo por expertos internacionales entre los que ha estado Xavier Bray, director de la Wallace Collection de Londres, y con la aportación de la correspondiente documentación se ha llegado al convencimiento de que el mundo del arte cuenta con tres trabajos de Goya que, hasta ahora, no estaban catalogados. Su historia parece una novela.
La Guerra civil como fondo
En noviembre de 1936, ante el cariz que estaba tomando la Guerra civil en el País Vasco, la familia Adán de Yarza, de noble abolengo, decidió trasladar a Francia los tres goyas que colgaban en uno de los salones de su Palacio de Zubieta, en Ispáster (Bizkaia), formando parte de los lotes de obras de arte que salieron de Euskadi para evitar su destrucción. Los cuadros, embalados en una caja de madera, partieron de Bilbao.
En un principio se pensó que iban a participar en el Pabellón de España de la Exposición Universal de París de 1937. Al no ser así fueron entregados a su legítima dueña, María Adán de Yarza, que se había refugiado en Francia donde murió en 1947. Los herederos conservaron los tres cuadros junto con la caja del embalaje. Ochenta años más tarde, los goyas han vuelto del exilio, se exhiben públicamente por primera vez y con ellos aquel embalaje.
“Hemos procedido a limpiar las impurezas que tenían, como algunas motitas de deposiciones de insectos, y con una pequeña restauración, han quedado como nuevos, nos ha dicho José Luis Merino Gorospe, restaurador del Museo bilbaino. Ha sido un trabajo muy emocionante porque por primera vez hemos tenido unas obras tan importantes en estado virginal, sin que nadie antes las hubiera retocado. Estaban tal y como las dejó Goya”.
Los retratos
Los cuadros corresponden a los retratos de tres miembros de la ilustre familia Adán de Yarza cuyo linaje se remonta al siglo X. Son tres óleos sobre lienzo, el menor de ellos en dimensiones representa a Bernarda Tavira, viuda y madre de Antonio, Ignacio y Vicente Adán de Yarza. El tocado que lleva, con cintas azules, es muy semejante al de una de las chicas de La gallina ciega, cuadro pintado por Goya el mismo año.
“En Goya hay un gran respeto a la persona que está pintando. Está siempre repensando en cómo representarla hasta que da con la postura ideal. En el caso de Bernarda Tavira -señala Juliet Wilson-Bareau- el realismo es tan intenso que hasta se le pueden apreciar los pelillos que apuntan a un ligero bigotito”.
El retrato de Antonio Adán de Yarza tiene también serios parecidos con detalles de uno de los personajes del cuadro citado, sobre todo en los adornos que penden de su cintura, correspondiendo su postura, colorido y tratamiento facial con el que Goya pintó en la misma fecha a Francisco Cabarrús. Es curioso observar que el de Fuendetodos logró retratar a los primeros accionistas del Banco de San Carlos y a sus familias, posiblemente gracias a la influencia del Conde de Floridablanca que le introdujo en este círculo social tras su etapa como creador de cartones para tapices.La representación de María Ramona de Barbachano parece complementar a la de su marido. Ella alarga su mano izquierda con su nombre escrito en una tarjeta hasta el mismo punto extremo del cuadro en que lo hace él en el suyo con una fusta en su mano izquierda. Si ambos estuvieran en un mismo lienzo es seguro que tendrían sus manos unidas. En este caso también hay notoria semejanza con detalles de La gallina ciega, sobre todo en el tocado de cintas azules con una de las muchachas que juegan.
“¿El futuro de estos cuadros?, se ha preguntado Miguel Zugaza, director del Museo de Bellas Artes de Bilbao donde se exponen. Es impensable, porque tampoco están en venta. De momento, la familia propietaria nos permite su exhibición pública tras la restauración que hemos realizado. Tenemos esperanzas de que nos permitan disfrutar de ellos largo tiempo”.