Discos
por Xavier Valiño
CURTIS MAYFIELD: Keep On Keeping On: Curtis Mayfield Studio Albums 1970-1974 (Rhino-Warner)
Este año se cumplen dos aniversarios en relación a Curtis Mayfield: hace 50 años que inició su carrera en solitario (antes había sido miembro y motor de The Impressions durante 14 años) y 20 desde que falleció. Con el beneplácito de su viuda, Altheida, se reeditan sus primeros cuatro álbumes a su nombre (Curtis, 1970, Roots, 1971, Back to the World, 1973, y Sweet Exorcist, 1974), en una nueva caja titulada como una de las canciones de su segundo disco.
No están las bandas sonoras ni los directos de ese período, y hay quien prefiere su etapa de finales de los 70, pero aquí ya está su mezcla única de soul influida por el evangelio y letras de contenido social que allanarían el camino para gran parte del soul posterior, con clásicos incontestables como “Move on Up”, “Get Down”, “We Got to Have Peace”, “Can’t Say Nothing”, “Future Shock” o “Kung Fu”.
LADYTRON: Ladytron (¡K7)
El pasado noviembre, Glasgow, Liverpool (la ciudad en la que se formaron) y Londres acogieron los conciertos de regreso de Ladytron, siete años después de su último álbum. El reencuentro sirvió para reforzar lazos e impulsar su reactivación grabando un disco sufragado con micromecenazgo, una vez convertidos en puntal y referencia del pop electrónico de los últimos 20 años.
En esta ocasión el grupo ha optado por conjugar la familiaridad con el arrebato más físico. Y el resultado es bastante más grave que su último trabajo de texturas etéreas. Con la colaboración de Igor Cavalera (Sepultura) en la batería, sus nuevas composiciones muestran una energía visceral y rejuvenecida, impulsados por un ritmo implacable y armados con sus ya clásicos sintetizadores analógicos para evocar la inquietud de nuestros tiempos.
BOB MOULD: Sunshine Rock (Merge-Popstock!)
“En Berlín puedes ser quien quieras”, aseguraba hace unos días Bob Mold al colgar un vídeo en la red para declarar su devoción por la ciudad que descubrió en los 80 girando con Hüsker Dü, con la que acabó de conectar en su concierto de 1991 de tres horas en una iglesia y en donde vive encantado desde hace tres años, todavía sorprendiéndose a diario -sí, como James Rhodes con España-.
Por eso no sorprende que su nuevo álbum en solitario, de título bien explícito (Rock luminoso), sea lo más radiante que haya grabado en años, más aun teniendo en cuenta que sus trabajos anteriores venían marcados por la muerte de sus padres. Lejos de devaneos electrónicos y con las guitarras como protagonistas, hay unas cuantas piezas que rememoran sus inicios en solitario en los 90, su etapa más aclamada. Con este brillo pretende dejar claras sus ansias de sentirse vivo.
RUSTIN MAN: Drift Code (Domino-Musicasusual)
Han pasado casi 30 años desde la disolución del grupo en el que se dio a conocer como bajista, Talk Talk, aunque allí estuviese detrás de Mark Hollis. Hace 17 años publicó un hermosísimo disco titulado Out of Season que ya firmaba con su alias, Rustin Man, aunque allí compartía honores con Beth Gibbons (Portishead), quien acaparaba el mayor protagonismo poniendo la voz.
Curioso que ahora, pasados los 60, presente su primer disco en solitario y, además, cantando por primera vez con su voz profunda y frágil. No le debe nada a nadie, y tras trabajar lustros en su álbum, muestras unas canciones de lenta maduración, profundas, exigentes, otoñales, de plegarias en tonos sepia, que evocan tanto a Robert Wyatt como a Scott Walker, David Sylvian o la etapa crepuscular de David Bowie.
CASS MCCOMBS: Tip of the Sphere (Anti-PIAS)
En 2016, Mangy Love le proporcionó a Cass McCombs su primer relativo éxito. Tres años después, lo lógico sería pensar que McCombs expandiría su sonido buscando rentabilizarlo. Sin embargo, su nuevo álbum suena más como un tranquilo y cálido domingo al calor del hogar que un conjunto de canciones radiantes que buscan la conexión inmediata.
A veces, la calma se rompe, como con el trote de “Sleeping Volcanoes”, el riff de “The Great Pixley Train Robbery” o el recitado de “American Canyon Sutra”, casi hip-hop. Con los dos temas más largos y, probablemente, más conseguidos, al inicio y al final (“I Followed the River South to What” y “Rounder”), McCombs se muestra como un artesano avezado en las enseñanzas del folk-rock setentero cantando al desaliento del hombre común.
THE DANDY WARHOLS: Why You So Crazy (Dine Alone-Musicasusual)
Cuando comienza el décimo álbum de estudio -en 25 años- de The Dandy Warhols, “Fred N Ginger” descoloca como pieza breve que bien podría ser de principios del siglo XX. Lo que viene después es, tal vez, el viaje más heterodoxo y desprejuidiciado de su carrera, con paradas en la neo-psicodélica, el rock alternativo, el country casi paródico e incluso piezas clásicas (“Ondine”).
Hay en todo ello varios hallazgos, como el pop brillante de “Be Alright”, el arrebato country de “Sins Are Forgiven”, el casi boogie “Small Town Girls”, la bruma experimental de “Next Thing I Know”, la explosión psicodélica de “Terraform”, la distorsión enrevesada de “To the Church” o el piano gótico de “Forever”, que contrarrestan a piezas como “Motor City Steel”, “Thee Elegant Burn” o “Highlife”.