Rodrigo Muñoz Avia relata la vida de sus padres artistas Lucio Muñoz y Amalia Avia
por Julia Sáez-Angulo
El escritor Antonio Muñoz Molina y el crítico de arte Guillermo Solana han entrevistado a Rodrigo Muñoz Avia, autor de La casa de los pintores, libro publicado por la editorial Alfaguara. El evento tuvo lugar en Museo Thyssen-Bornemisza en Madrid. El libro va ilustrado con mas de cien fotografías de la familia. No es un libro de ficción, pero su narrativa es de novela.
La casa de los pintores es una novela sobre la vida del matrimonio de pintores Lucio Muñoz (1929 -1998) y Amalia Avia (1930 -2011), que tuvieron cuatro hijos, uno de ellos narra la historia. Una familia poco menos que feliz, mesocrática, que llevó una vida de intenso trabajo artístico, amigos de los artistas de su generación, en especial del pintor Antonio López que entraba y salía de la casa con facilidad.
Antonio Muñoz Molina señaló que el libro era como un álbum familiar, una crónica generacional y la manifestación de una mujer pintora, esposa de artista, que luchó por hacer aforar su obra. Una “autobiografía esquinada”, por cuanto el autor es uno de los cuatro hijos del matrimonio que mira, observa de modo discreto y escribe lo que la memoria le dice.
Un libro que rompe estereotipos sobre la canonización del artista como un maldito o un monstruo cruel que se aprovecha de quienes están cerca, añadió Muñoz Molina. En el libro se observa el trabajo y la disciplina de ambos artistas plásticos que tienen unos horarios para trabajar en sus respectivos estudios.
El autor Rodrigo Muñoz Avia (Madrid, 1967) dice que su libro comienza donde terminan las memorias de su madre Amalia Avia, tituladas De puertas adentro. No ha querido hacer un libro sobre la pintura, sino sobre una relación familiar y personal de sus protagonistas artistas visuales. Recuerda con emoción como su padre, Lucio Muñoz -artista de la galería Marlborough- al final de sus días, cuando ya se encontraba mal decía: “Tengo que tener tiempo de hacer mis Meninas” o la tristeza y complejidad que supuso deshacer y vaciar el estudio de su padre, tras su muerte temprana. La casa de los pintores rezuma de veneración patriarcal al padre –somos criaturas de nuestra época, señaló el autor-, de amor cercano a la madre, una mujer cercana, despistada y al final de sus años, víctima de una depresión. “La depresión de mi madre fue el último tramo de su vida y tiene algo de indescifrable”, dijo Rodrigo Muñoz Avia en la presentación.
El autor narra con gracia las relaciones de los artistas con los críticos, no siempre fáciles, y la sorpresa ante un encargo de presentación de una muestra de Lucio Muñoz para el Museo Reina Sofía, al crítico Julián Gállego, que se despachó con una crónica superficial que hablaba poco menos que de “Lucio agrícola”. También dijo que en el libro no quiso hablar de pintura y que se propuso “no mencionar la palabra informalismo, por no tener que explicarla”, quiso centrarse en la casa y las relaciones.
Como final, Muñoz Molina subrayó el interesante retrato de la galerista Juana Mordó, un personaje extraño y desraizado, a diferencia de la familia Muñoz Avia tan ubicada y enraizada en sus respectivas líneas familiares.