“Elizabeth Barret Browning y Robert Browning en Venecia”
por Alberto López Echevarrieta
(Muelle de Uribitarte Editores, 147 páginas, edición bilingüe)
Bajo el título Elizabeth Barret Browning y Robert Browning en Venecia se acaba de publicar un interesante libro que contiene tres poemarios de esta singular pareja de escritores: Los sonetos de la Portuguesa, El llanto de los niños y Una tocata de Galuppi, los dos primeros escritos por Elizabeth y el último por su marido, Robert. Lo curioso del libro -y ésta es una de sus virtudes-, es que se presenta en edición bilingüe, inglés y castellano. Las traducciones han corrido a cargo de Miriam Edith Arden y José Ramón Blanco.
“Confieso que encararse con unos sonetos ingleses del siglo XIX para traducirlos a otro idioma es una osadía, pero creo sinceramente que la obra ha quedado muy bien”, ha señalado Blanco. “Son unos poemas muy actuales y muy reivindicativos. Su publicación ahora no es nada oportunista, porque el trabajo se llevó a cabo antes incluso de que naciera esta editorial”.
La idea del libro bilingüe nació en una exposición que hubo en Venecia con pintura y manuscritos de estos poetas británicos junto a una traducción en italiano de Robert Browning. “Elizabeth Barret no sólo fue una gran poetisa amorosa, sino que se involucraba en temas sociales. Los poemas titulados ‘El llano de los niños’ constituyen un firme alegato contra la explotación laboral infantil. Me refiero a la que se dio en el Reino Unido en aquella época, cuando niños de corta edad trabajaban duramente doce horas diarias en la industria textil y las minas”.José Ramón Blanco evoca los años en que se empleaban niños de corta estatura para abrir los filones en las minas a través de pequeñas oquedades. La publicación en su día de El llanto de los niños supuso una llamada de atención a las conciencias ciudadanas, hasta el punto de que se promulgó una ley que mejoró las condiciones laborales.
“Elizabeth era una mujer cultivada que había escrito varios poemas antes de que le pretendiera Robert. Montando a caballo tuvo un accidente y quedó postrada. Sus tiránicos padres le impedían salir de casa. Le regalaron un perro, Flush, y esa fue toda su distracción. Virginia Woolf escribió la novela ‘Flush’, en la que, a través del can, desarrolló la personalidad de ella. Llegó a decir que los poemas que había escrito Elizabeth eran los más hermosos después de Shakespeare”.
La vida conjunta de Elizabeth y Robert fue muy azarosa, en buena parte por la presión que ejercían sobre la muchacha sus padres. Robert, a pesar de que ya era un poeta muy conocido, tenía que pedir permiso para verla y llevó a cabo un cortejo muy delicado como consecuencia del encierro al que ella estaba sometida, motivado, según le decían, por las consecuencias del accidente sufrido. Esta excusa se cuestionó seriamente el día en el que los enamorados decidieron escapar juntos.
“Gran idea ésta, porque a partir de ese momento hicieron extraordinarios trabajos en común. Fue una pareja liberal con una gran conciencia social que utilizó la poesía para agitar conciencias y mejorar las condiciones de vida de seres indefensos. Que no es poco”, remata José Ramón Blanco.