Félix Chacón: «Material de derribo»
por Alberto García-Teresa
(Espasa, 2018. 112 páginas)
El paso del tiempo hace mella, lo sabemos, pero también permite adquirir perspectiva para evaluar el trayecto recorrido. Material de derribo constituye un poemario de autoafirmación desde la constatación de la fragilidad en un momento de crisis y de madurez (“uno nota la edad…”, escribe). Félix Chacón (1972) emplea un registro claro, que incide en la comunicabilidad de sus piezas, con el cual consigue poemas equilibrados. Utiliza metáforas fácilmente comprensibles y enmarca sus versos en un marco cotidiano (por ejemplo, varios textos hablan sobre Internet y las redes sociales digitales). Precisamente, su valor reside en la capacidad de identificación del lector con el “yo”. En efecto, Material de derribo no consiste en un relato biográfico o de experiencias singulares, sino de un compendio de episodios, sentimientos y deseos apropiables por un número amplio de personas. En ese sentido, el autor suele utilizar la enumeración como recurso para construir sus poemas. Tras una larga exposición panorámica, sintetiza una conclusión que suele contradecir lo esperable o lo consensuado socialmente.
Chacón plasma una visión pesimista de la vida, la cual está marcada por la apatía y una rutina alienante: “con el roce constante de la vida / se desgasta el sentido del humor”; “la amnesia nos protege / del tedio de los actos repetidos / de vernos como insectos que reiteran / su vida en rituales”. En ese aspecto, se registra la madurez como un agotamiento y una claudicación ante la hostilidad o en el enfrentamiento. Se trasluce resignación ante el sistema por cansancio. Pero el escritor va volcando la rabia, la tristeza y los sueños que desarman la frustración.
Además, sin embargo, el libro incluye una serie de poemas de amor que ensalzan el vivir compenetrado en pareja (“contigo puedo ser un yo mejor / sin dejar de ser yo por ir contigo”). Así, frente al tono de derrota, de reconocimiento de la renuncia, el amor se levanta como un elemento que da sentido y que permite continuar: “Nunca pensé que un hombre derrotado / pudiera celebrar que sigue vivo / y pensar que las ruinas y cascotes / podrían reciclarse en algo nuevo”. La última sección del libro, precisamente, habla de las derrotas pero con un talante optimista, de resiliencia, que es capaz de darlas la vuelta. También, con un carácter anecdótico, se integra una docena de poemas sobre Nueva York, de corte sociológico y crítico, escritos desde el impacto de los guetos, el racismo y la compartimentada multiculturalidad, como cierre de volumen
Con todo ello, Chacón ha tejido un poemario desolador por su amargura, por su constatación de la mediocridad y del hastío, aunque ofrece vislumbres de esperanza y de salida precisamente a través del contacto y de los vínculos reales y tangibles.