Christina Rosenvinge, romance paterno
por Xavier Valiño
Casi 40 años contemplan ya la trayectoria de Christina Rosenvinge en el rock español, desde sus inicios con Ella y los Neumáticos a su larga carrera ya en solitario, pasando por formaciones como Magia Blanca y Álex y Cristina.Hace escasos dos meses, Christina era galardonada con el Premio Nacional de las Músicas Actuales. El fallo del jurado destacaba en el fallo «el potencial emocional de su obra y su proceso de búsqueda de una personalidad musical propia, así como la calidad de su faceta compositiva y sus actuaciones en directo». El galardón, que concede anualmente el Ministerio de Cultura y Deporte, está dotado con 30.000 euros. El jurado hacía también hincapié en “el talento y la credibilidad de su genuina carrera profesional, rasgos que encuentran una clara expresión en sus más recientes trabajos».
Poco antes editaba su último álbum hasta el momento, Un hombre rubio, que ella misma nos presenta en este texto en el que desmenuza también las canciones que lo componen. Cedemos la palabra a su autora:
“Un espectro recorre Un hombre rubio: es la sombra de un hombre misterioso que dialoga con sus fantasmas mientras busca el Santo Grial y pide protección a los dioses durante la travesía.
HOMBRE: del latín homo -is. Ser animado racional, varón o mujer.
En las letras de Un hombre rubio he partido de la definición de la palabra hombre en el diccionario de la RAE para jugar con distintas identidades masculinas: hijo, padre, amante… También he dejado abierta la posibilidad de que mediante el uso del masculino general en realidad esté hablando de mí misma… o de mí mismo. ¿Cuándo una mujer habla de la soledad como emoción universal debería hablar en masculino para incluir a los hombres?
El origen del disco es “Romance de la Plata”, escrita en homenaje a mi padre. El detonante de esta canción fue una llamada que recibí de la cantaora Rocío Márquez con el encargo de escribir un romance flamenco para su disco Firmamento. Eso me llevó a rebuscar entre los viejos vinilos de mi padre, que era un gran aficionado al cante jondo. Mi padre era un ingeniero danés con alma de romántico: aprendió español con el Romancero gitano de García Lorca y convenció a mi madre durante el viaje de novios para quedarse a vivir aquí. Murió cuando yo tenía 26 años. Escribí “Romance de la Plata” el 6 de marzo, la noche del aniversario de su muerte precisamente. Es una oda a su azarosa vida, a la visión arrebatada del mundo que representa su apellido danés: ROSEN, la rosa, y VINGE, el ala. La Belleza y la Libertad.A partir de esta canción comencé a escribir temas desde un yo masculino con el fin de intentar comprender la soledad del hombre desde dentro.
“Pesa la palabra” está inspirada por una frase que dijo el Cordobés a la salida de su juicio por paternidad: “Yo tuve un padre de humo”.
“La flor entre la vía” es la declaración de un adolescente que reniega de los modelos de masculinidad canónicos. Quería hacer un himno tribal, así que la escribí en 5/4, un compás poco común.
“Ana y los pájaros” y “La piedra angular” son sensuales tonadas de desamor. Por fin cumplo la fantasía de reencarnarme en crooner. La primera es sobre un amor de juventud; la segunda, sobre un amor de madurez.
En “El pretendiente”, un adolescente africano atraviesa el estrecho enamorado de la vieja Europa invocando a las cuatro reinas de la baraja española. Sobre el mar, él ve un puente hecho de agua.
“Berta multiplicada” está inspirada en las palabras de los seguidores de Berta Cáceres, activista del medio ambiente hondureña asesinada el año pasado. Sus compañeros decían que con su muerte, en vez de acabar con ella, habían diseminado su semilla y ahora está sembrada en todas partes. En la cosmovisión, nuestras almas no mueren, sino que vuelven a la naturaleza.
En “Niña animal” y “Afónico” mi hombre rubio invoca a los espíritus.Y aún hay otro fantasma más que sobrevuela poderosamente el disco: musicalmente he seguido la estela de David Bowie. The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars fue el pasadizo que me llevó hasta el mundo del pop a los quince años. Sentí su muerte como una pérdida personal y volví a sus discos.
De enero a marzo de 2016, durante las últimas semanas de la gira de Lo nuestro me encerré a componer, escribir y arreglar canciones de forma obsesiva. En apenas cuatro meses envié a la banda las nueve canciones que conforman Un hombre rubio con la idea de entrar a grabar antes de que se enfriara el impulso.
La grabación se llevó a cabo en el estudio de Dany Richter, mi técnico de directo durante la primavera de 2017. Manuel Cabezalí en la guitarra y bajo, Juan Diego Gosálvez en la batería y David Tuya Ginzo a los teclados, forman la banda del disco.
Un hombre rubio responde a la energía de tocar en vivo. Está concebido como contrapunto de un directo que ha ganado en contundencia y dramatismo gracias a la larguísima gira de Lo nuestro. He tomado las herramientas del rock clásico y las he puesto al servicio de la poesía más desesperadamente lírica”.