Victor Vasarely. El Nacimiento del Op Art
por Carmen González García-Pando
(Museo Thyssen. Madrid. Del 7 de Junio al 9 de septiembre de 2018)
Un conjunto de formas geométricas simples como triángulos, rectángulos y cuadrados, en contraste con líneas paralelas, repeticiones hipnóticas y formas policromáticas inundan este verano las salas del Museo Thyssen de Madrid. Es el “arte óptico” de Victor Vasarely, uno de los principales teóricos y representantes de este planteamiento artístico, tan genérico y ambiguo como visionario, especializado en el problema óptico.
Una gran exposición
Con el título de “Victor Vasarely. El Nacimiento del Op Art”, el museo ofrece un recorrido cronológico de las principales etapas de su quehacer artístico. No es la primera exposición que se ha hecho de Vasarely –recordemos por ejemplo la de la Fundación Juan March en Madrid, la de la sala BBK en Bilbao..- pero seguramente es una de las más completas que se han exhibido en nuestro país.
A modo de antesala, el comisario de la muestra Márton Orosz, presenta un espacio dedicado a las Estructuras Vega, sin duda una de las series más emblemáticas y reconocidas de la carrera del artista. El nombre procede de la estrella que más brilla en el hemisferio norte en las noches estivales. Y es que, inspirado por las noticias que relataban misteriosas señales de remotas galaxias, Vasarely tituló muchas de sus obras con esos nombres de estrellas y constelaciones.
Realmente estos cuadros son distorsiones cóncavo-convexas de una retícula, complejas combinaciones del cubo y la esfera que remiten al funcionamiento de las galaxias y, que según el grado de ampliación o reducción, esa retícula puede transformarse en rombos o elipses.Seguidamente la exposición continúa con algunos trabajos del periodo gráfico con los que el artista se inició en su ciudad natal. No son imágenes aún abstractas pero curiosamente sus retículas de líneas y cruces presagian ya el ilusionismo espacial.
“Naissances” (Nacimientos) son las obras que configuran el siguiente apartado. Se trata de composiciones grandes como resultado de superponer los negativos fotográficos ampliados de dibujos para lograr inquietantes composiciones. Esta serie de “collages” generan un movimiento cuando el observador cambia de sitio.
De resultas de la estancia en Belle Île, una isla frente a la costa de Bretaña, el artista descubre la geometría interna de la naturaleza. Las piedras pulidas por el mar le sugieren formas elípticas, como también la grietas de los azulejos de la estación de metro de Denfert en París, le avivan la imaginación para crear evocadores cuadros de colores muy unificados. En esos mismos años inicia el periodo “Crystal” cuyas obras se inspiran en la geometría de las casas de piedra de la población medieval Gordes, al sur de Francia. El homenaje que rinde a Malévich, un cuadrado que rota sobre su eje hasta parecer un rombo, es lo que configura el apartado denominado Blanco y Negro, punto de partida del arte cinético.
Vasarely consideraba las formas-color como moléculas a partir de la cuales se construyó el universo. En cierta ocasión declaró: “La unidad de forma-color…es a la plasticidad lo que la onda-partícula es a la naturaleza”. Con estos cuadros basados en esa asociación, el artista buscaba unas composiciones básicas que podían organizarse en un sistema similar al de la notación musical.
Multiplicación. Socialización
Por vez primera, en 1953, Vasarely consideró que sus obras debían lograr la máxima difusión. De ahí que en el “Manifiesto amarillo” de 1955 expresara sus ideas sobre las posibilidades de multiplicar y expandir, mediante un algoritmo, un número infinito de composiciones distintas. Los tonos, colores y formas que constituían cada imagen se podrían representar numéricamente, e incluso guardar en una computadora para recuperarlos cuando se deseara en cualquier momento, en cualquier lugar y por cualquier persona. Y es que una parte importante de la filosofía del autor está relacionada con su rechazo a distinguir entre obra de arte original y reproducción. Por eso consideraba los “Múltiples” la forma de arte más democrática. El objetivo era acabar con la posesión de obras de arte únicas e irrepetibles.
Igualmente consideraba que el placer estético debía formar parte del entorno cotidiano. Las obras de arte no debían pertenecer sólo a los museos y galerías, sino que eran necesarias en todos los segmentos de la vida urbana.
Sobre sus experimentos para integrar el arte en la sociedad tratan estas últimas salas de la exposición. Una espléndida y divertida muestra de aquel arte cinético que fue algo más que un mero movimiento artístico pues Vasarely le atribuía unas funciones éticas, económicas, sociales y filosóficas de tal importancia que, como el mismo afirmó, el Op Art era la síntesis perfecta de las dos “expresiones creativas del ser humano: las artes y las ciencias”.