Pablo Neruda: «Confieso que he vivido»
por Mercedes Martín
(Seix Barral, 2017)
Si está enferma de actualidad, saque un viejo libro. Por ejemplo este de Neruda que reedita Seix Barral.
En él, el poeta cuenta su vida con la parsimonia de un viejo. El libro se publicó póstumamente, en 1974. Mientras la prensa la bombardea a usted y a los demás con las noticias sobre Cataluña y Trump, este libro le recordará lo relativo que es todo. Pase su mirada por las páginas plagadas de recuerdos de otro, recuerdos de los años cuarenta, cincuenta y sesenta. En aquella época también hubo asuntos de actualidad, personajes importantes y sucesos que, en sus detalles, a usted no le suenan de nada y le parecerán fútiles. Algunos dictadores, viajes y guerras, para la mayoría de nosotros son solo nombres.
Por el contrario, las experiencias personales que el poeta describe le parecerán familiares. Son esos los momentos que perdurarán siempre porque están presentes en la vida de cualquiera y, con cada lectura, cobran nueva vida. El patio de la casa familiar, la primera vez, el colegio, los amigos que ya no están, el despertar de la vocación verdadera, los viajes, el descubrimiento del otro y la defensa de lo que uno cree… El resto es humo.
¿No merece la pena, precisamente por eso, resistirse con todas sus fuerzas al requerimiento urgente y cotidiano de la prensa –casi toda amarilla– que le espera en el quiosco día tras día? Y me dirá usted: ¿por qué? ¿No es esto en cierto modo una película (una serie, en realidad) que me mantiene en vilo como el mejor género de suspense y me aleja de mi vida a veces insatisfecha y a veces aburrida? Merece la pena alejarse a menudo de todo eso que la agita y le produce todas esas contracturas vitales y morales. Relájese con un buen té oriental, una buena sesión de yoga, un palito de incienso… Y algo de literatura.Aquí, encontrará por ejemplo algunos episodios de la vida del poeta en Oriente. Por un tiempo, Neruda fue cónsul en Birmania (también conocida como Myanmar). Allí descubrió un Oriente extraordinario, pero habitado por los farsantes –tanto o más que cualquier otro lugar. Muchos le chupaban y siguen chupándole la sangre a Oriente: las antiguas castas, que con el culto a este Dios y a Aquel otro hacen su negocio y aseguran la vitalidad de sus privilegios, y los occidentales que trafican con la verdad y con la mano de obra esclava. Y esto lo cuenta Neruda a través de la historia de un norteamericano viajante de comercio con el que compartió algunos ratos en Birmania. El hombre había conseguido crearse una especie de aureola de santidad y daba conferencias en torno al vegetarianismo. Mientras tanto, en su tiempo libre, se hartaba de cordero y coleccionaba esposas devotas. ¡Con qué facilidad los donnadies hacen su agosto en tierras de poblaciones insatisfechas y desesperadas, prestas a levantar ídolos de barro!
La vida de Neruda, contada por él mismo, le proporcionará una bocanada de aire fresco y una advertencia sobre lo verdaderamente importante.