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El Toboso. En busca de Dulcinea

por Carmen González García-Pando

 

¿Sabréisme decir, buen amigo, que buena ventura os dé Dios, dónde son por aquí los palacios de la sin par Dulcinea de El toboso?    (Don Quijote de la Mancha, II, 9)

Esta pequeña localidad toledana, a pocos kilómetros de Madrid en dirección a Albacete, debe gran parte de su fama a la obra cervantina, pero como iremos viendo por su historia y patrimonio cultural, gozó en su día de importante relevancia que la hizo destacar del resto de las villas que la rodean. Pocos lugares de su entorno pueden rivalizar con la belleza de sus calles y plazas, con los monumentos declarados de interés histórico, las casas solariegas por las que parece que no han pasado los años, el refulgente blanqueado de sus muros y tantos otros rincones llenos de encanto.

“Dad crédito a las obras y no a las palabras”

Los orígenes de el Toboso se remontan a la prehistoria por algunos hallazgos encontrados y a la época celtibérica. Sin embargo no hay vestigios romanos ni visigóticos.

En 1242, para defender y asegurar el Camino de Toledo a Murcia, el maestre de la Orden de Santiago, Don Pelayo Pérez Correa manda fundar y fortificar el Toboso. En la actualidad se conservan dos arcos de estas murallas correspondientes a sendas puertas. Igualmente el trazado de dicha muralla se aprecia en el recorrido urbanístico de la población.En el siglo XIV el Toboso consigue el título de villa, un mercado franco y la pertenencia al denominado Común de la Mancha junto con algunos pueblos colindantes. Esto suponía que dichas poblaciones se podían agrupar para resolver sus problemas de manera comunitaria como la explotación conjunta de los pastos de ganado o el pago de impuestos de manera equitativa.

Poco antes de finalizar el siglo XV, el Toboso se destaca en la lucha a favor de la Orden de Santiago contra el marqués de Villena. Por tal motivo la reina Isabel recompensa a la población con mercados y ferias. Gracias a estas prerrogativas y al poder de la orden militar de Santiago, el Toboso inicia el siglo XVI con un importante crecimiento demográfico y una gran prosperidad agrícola. Buena parte de sus construcciones civiles y religiosas son de este momento.

«Con la iglesia hemos dado, Sancho»

 No es extraño el comentario de Don Quijote a Sancho al toparse con la impresionante torre que se alza en la iglesia parroquial, templo que en la actualidad está dedicado a San Antonio Abad.Desde su creación en el XVI y hasta la supresión de la órdenes militares en España en 1931, la parroquia estuvo administrada por los caballeros santiaguistas cuyo prior obtuvo del Papa atribuciones episcopales. Durante estos siglos fue ocupada por las clarisas, agustinos recoletos y trinitarias lo que aumentó el caudal religioso y pastoral en la villa.

La planta de la iglesia es cuadrada, con tres naves iguales y las bóvedas son tardo góticas isabelinas. Grandes columnas cilíndricas –algunas con distintos medallones con los símbolos de la Orden de Santiago- soportan el peso del edificio. Impresionante es la monumental torre, también de finales del XVI, de cerca de 40 metros dividida en tres cuerpos: el primero plateresco y los otros dos de estilo herreriano. Una baranda con antepecho con doce bolas de piedra y un capitel pequeño con una bola dorada y cruz en medio, corona esta robusta pero esbelta torre.

El templo, conocido como “la catedral de la Mancha”, estuvo decorado con valiosas obras de arte entre los que destacaban algunos retablos, tallas de madera y un magnífico órgano. Desgraciadamente durante la guerra civil desaparecieron por destrucción y/o expolio.

Compartiendo la misma plaza que la parroquia, el Toboso presume de un edificio (antiguamente fue la llamada iglesia de la “Tercera Orden”, ) donde se exhibe una valiosa colección de ediciones de El Quijote. Se trata del Centro Cervantino, un lugar único que se inauguró el pasado siglo a instancias del alcalde Jaime Martínez Pantoja. Para formar la colección se pidió a cada embajador destacado en España una edición de la novela y, el resultado a día de hoy, es un espléndido conjunto de más 500 volúmenes en 60 idiomas diferentes. Como curiosidad existe un Quijote en esperanto y otro en braile. Quijotes ilustrados por Dalí, Miró, Saura… y también otro manuscrito ilustrado por alumnos y profesores de la localidad catalana de Piera cuya originalidad es el enorme tamaño y peso: 130kg y 2,5 mts de altura.

Otro interesante museo es el Museo del Humor Gráfico Dulcinea cuyo bello edificio alberga dibujos dedicados a la figura de la Dulce Ana realizados por famosos humoristas.

“El amor es deseo de belleza”

Del mismo siglo XVI es el Convento de las Madres Franciscanas Clarisas situado en uno de los rincones más bonitos del pueblo: el jardín de Federico García Sanchíz, un hombre ilustre, académico, escritor y charlistas que, como Don Quijote, se enamoró de Dulcinea y su tierra y deseó ser enterrado en este lugar de la Mancha de cuyo nombre si quiso acordarse. Los orígenes del recinto se remontan hacia 1515. La iglesia actual es pequeña y las dependencias del convento son reconstrucción de las antiguas. Esta congregación de monjas de clausura es famosa por los dulces que elabora: almendrados, cocos y sus famosas “pelusas”, un manjar cuya elaboración guardan celosamente.

La casa-museo Dulcinea se encuentra a pocos pasos y es sin duda uno de los lugares más visitados. La casa pertenecía a una de las familias más ilustres del lugar: los Martínez Zarco de Morales cuyos escudos se muestran en la magnífica fachada de sillería. A pesar del tiempo transcurrido el edificio conserva parte de su estructura original del XVI. Es la casa típica manchega de hidalgos realizada en mampostería, tapial y ladrillo. Consta de diversas dependencias, bodega, corrales, pozo, molino de aceite y un precioso palomar. En su interior se llevan a cabo representaciones teatrales, conciertos y presentaciones. Cuenta la tradición que en ella vivió don Esteban y su hermana Ana, quien inspiró el personaje de la dulce Ana, la Dulcinea del caballero de la Triste Figura.

“La misericordia brilla más que la justicia. Misericordia”

 La crisis generalizad que preside el siglo XVII se hace sentir en el Toboso con un descenso demográfico, hambre, malas cosechas y enfermedades. No obstante se siguen construyendo edificios singulares y, gracias a la obra de Cervantes, la villa adquiere fama universal. Recordemos lo que decía don Quijote al respecto:

Dulcinea es principal y bien nacida; y de los hidalgos linajes que hay en el Toboso, que son muchos, antiguos y muy buenos, a buen seguro que no le cabe poca parte a la sin par Dulcinea, por quien su lugar será famoso y nombrado en los venideros siglos, como lo ha sido Troya por Elena, y España por la Cava, aunque con mejor título y fama (II, 32).

 De este momento es el convento de los Agustinos, se construye también la ermita de San Sebastián, se reforma la de Santa Ana y se funda el edificio más colosal de todos: el convento de las Trinitarias Recoletas que preside una de los entornos más bellos del pueblo donde se sitúan también las antiguas escuelas, actualmente sede del ayuntamiento.Fieles a la primitiva regla de San Juan de Mata, fundador de la Orden de la Santísima Trinidad, sor Ángela María de la Concepción fundó este monasterio para vivir en plenitud la llamada de Dios. Corría el año 1680 cuando un grupo de monjas trinitarias ocupó este monumental edificio que es, sencillamente, una joya artística de obra de sillería al más puro estilo herreriano. De ahí que se le conozca como el “Escorial de La Mancha”.

Con claustro de dos plantas, iglesia barroca y un museo que alberga una valiosa colección de pinturas e imaginería de la escuela española del XVII, el edificio ocupa una extensión de 9000 metros cuadrados y 100 de fachada. En algunas de las casas particulares de alrededor se vislumbran vestigios del preciado monasterio. Es el caso del Domus Artis, antiguas caballerizas y pajar perteneciente al convento hasta la desamortización de Mendizábal, y que en la actualidad sus propietarios ceden generosamente para exhibición de obras de arte, conferencias y cualquier otro acontecimiento cultural.

Enriquecen este conjunto artístico los oratorios y capillas particulares de antiguas casonas solariegas. A destacar la Casa de Capellanía con columnas, corredor, oratorio, cueva… La Casa de los Perros por los dos canes que aparecen en el blasón de la puerta. También la Casa siglo XVI cuyo patio conserva aún los guijarros originales, la de doña Elvira casa de labranza en donde se celebran representaciones teatrales por su similitud a las antiguas posadas o ventas. En definitiva una red importante de edificaciones que añaden interés a la villa.

Pozos, cántaros, molinos…

Uno de los elementos más característicos por su forma y técnica constructiva es la red de pozos que encontramos tanto en el casco urbano como en los caminos vecinales. Aunque en el pasado existieron zonas lagunares, la ausencia de agua en el término ha sido el motivo de la construcción de estos pozos que servían para abastecimiento tanto humano como animal. Los hay desde uno hasta cuatro ojos horadados en piedra y pueden tener una o dos gradas antes de llegar al brocal. Se trata de un patrimonio poco conocido que destaca por su singularidad, gran belleza y calidad técnica.

Y hablando de técnica no se puede dejar de citar la industria tinajera que destacó en su momento por el gran volumen de producción y calidad de sus tinajas. Aún hoy algunas casas las conservan en cuevas y bodegas reconociéndolas por los símbolos de los alfareros o bien con el nombre de el Toboso.

Menos suerte, sin embargo, tuvieron los molinos harineros de viento que aunque el Toboso llegó a tener un buen número –como los que poseen en la actualidad Campo de Criptana y Mota del Cuervo- desafortunadamente desaparecieron todos.

Sobre fiestas y el buen yantar

El carácter manchego es de por si campechano, socarrón, receloso, algo picaresco y refranero como lo era Sancho. La segunda parte del Quijote nos dice que “la gente manchega es tan colérica como honrada”.

Y, a todo esto hay que añadir que es fiel a sus tradiciones festivas. Una de ellas, tal vez la más importante de todas, son las Jornadas Cervantinas declaradas “fiestas de interés turístico regional”. Coincidiendo con el nacimiento de Cervantes, en el mes de abril, el Toboso rinde homenaje al gran escritor con representaciones teatrales y musicales por calles, patios y rincones pintorescos donde todos los visitantes están invitados a participar. Durante esos días las gentes se visten con indumentaria cervantina creando un ambiente que nos traslada a tiempos remotos. Igualmente la gastronomía está presente con algunos de los platos más típicos para poder degustar las famosas migas manchegas, el pisto, la caldereta de cordero, los duelos y quebrantos, las gachas que se preparan con harina de almortas, el tiznao, las perdices escabechadas y, como no, los quesos y vinos de sus tierras con denominación de origen.

Toda una invitación que anima al turista a querer volver a visitar la tierra del hidalgo Don Quijote de la Mancha.