ESTEREOSKOPIAK 16+16 o el pasado en relieve
por Alberto López Echevarrieta
Euskal Museoa / Museo Vasco, de Bilbao. Del 28 de setiembre de 2016 al 29 de enero de 2017
Parece que el procedimiento de ver imágenes en relieve es actual. De hecho últimamente se han producido muchas películas en 3-D en esa carrera vital por sacar al cine de la monotonía en que se encuentra. Nada más lejos de la realidad. Ya en 1953 se rodaron películas en relieve, como Bwana, el rey de la selva, Hondo y, la más recordada de todas, Los crímenes del museo de cera. Eran tiempos en los que el séptimo arte tenía que competir con la recién aparecida televisión. Sin embargo, las pruebas de fotografía estereoscópica son muy anteriores.
La exposición Estereoskopiak 16+16 que se puede ver en el Euskal Museoa/Museo Vasco de Bilbao demuestra el interés que desarrolló en el tema una fotógrafa local llamada Eulalia Abaitua. Podemos decir, sin temor a equivocación, que esta especialización, dentro de su vastísima obra, supuso el zénit de su arte.
Fotógrafa pionera
Eulalia Abaitua nació en Bilbao el 25 de enero de 1853 en el seno de una familia burguesa. En realidad se llamaba María Elvira Juliana, pero al morir su madre siendo una niña heredó su nombre y con él se quedó. Estudió en Barcelona y marchó a Liverpool donde se casó. Regresó a la muerte de su padre y el matrimonio se instaló en un palacete de la entonces República de Begoña, muy cerca de la basílica de la Virgen. Es aquí donde dio rienda suelta a su afición por la fotografía instalando un laboratorio en el sótano de la casa y recogiendo con sus cámaras todos los acontecimientos que ocurrían a su alrededor.Las vistas estereoscópicas llamaron su atención. Utilizó placas de vidrio positivas y negativas con formato 4,5 y 10,7 cms. y emulsión de gelatinobromuro. Aparte de las imágenes de su propia familia su temario principal fueron las personas sencillas, humildes y casi siempre anónimas retratadas con extrema naturalidad. A su muerte, ocurrida el 16 de setiembre de 1943, dejó una obra fotográfica amplísima que hoy constituye todo un tesoro.
La estereoscopia
Durante la segunda mitad del siglo XIX se pusieron de moda las vistas estereoscópicas. Para su disfrute se precisaba un visor portátil o de sobremesa. Fue un aparato imprescindible en cualquier hogar burgués de la época. También se comercializó a través de barracas de feria en las que se utilizó el acompañamiento musical de un organillo o un simple gramófono. La estandarización del sistema llegó a finales del siglo de la mano del francés Jules Richard. Había llegado el Verascope y con él la popularización del sistema.Otro de los sistemas de impresión de fotos en relieve es el llamado anáglifo debido a Louis Ducon de Hauron. Para obtener un anáglifo es preciso tener dos imágenes iguales que, tratadas con filtros de colores complementarios –rojo y azul, por ejemplo- se presentan superpuestas con un ligero desplazamiento. Si nos colocamos unas gafas con un filtro rojo en un ojo y azul en el otro conseguiremos que el cerebro se encargue de procesar el sistema proporcionándonos el efecto del relieve.
La exposición
Esta sensación la están apreciando los espectadores que día a día acuden a ver la exposición del Euskal Museoa/Museo Vasco de Bilbao que, además tiene una particularidad: Los dieciséis anáglifos que se presentan en pantallas retroiluminadas ha sido examinado previamente por otras tantas escritoras vascas de la actualidad. Cada una ha dejado grabada una historia relacionada con la imagen que le ha correspondido, comentarios que los espectadores escuchan mediante un sistema de megafonía personal mientras también saborean la imagen en relieve gracias a las gafas que se les proporciona. Arantxa Urretabizkaia, Katixu Agirre, Uxue Alberdi, Aurelia Arkotxa, Leire Bilbao, etc. son las encargadas de guiar al curioso por un desconocido pasado visual.
El experimento, la forma de presentar estas dieciséis fotografías, la idea del planteamiento es realmente notable. Como complemento en varias mesas se exponen los utensilios con los que trabajaba la fotógrafa y sobre un pedestal un visor estático para poder ver el pasado con una técnica que parece ser actual.