“Max. Panóptica” o cuando el cómic es arte
por Alberto López Echevarrieta
Edificio Ensanche, de Bilbao. Del 28 de setiembre al 23 de octubre de 2016
Una variada muestra del arte de Francesc Capdevila (Barcelona, 1956), el singular ilustrador de “El víbora” y “Barbarella”, y creador de carteles de gran impacto visual, se expone en Bilbao bajo el título “Max. Panóptica”. De hecho, Max es el seudónimo que utiliza para crear personajes tan arraigados en este ámbito de las letras y el dibujo como Gustavo, Bardin y Peter Pank. La exposición, montada con la colaboración de Cultura de las Islas Baleares y el Promoting Balearic Arts Overseas, consta de brillantes páginas de sus historietas, portadas y anuncios que configuran la labor creativa de un artista único en su género en el tiempo comprendido entre 1973 y 2016.
Tal vez lo que más llame la atención del visitante sea la curiosa disposición de las obras presentadas. No se limita a los clásicos paneles, sino que posee distintos ambientes que constituyen atractivos a añadir. Los incondicionales del cómic tienen aquí una amplia representación de uno de sus creadores más impactantes, Max. Marta Sierra, comisaria de la exposición, le hace ”poseedor de un estilo inconfundible, a pesar de que él siempre dice que el estilo no está en la manera de dibujar, sino en la manera de mirar el mundo”.
Siguiendo su teoría, Max ha sido un gran observador de mundos interiores y ha utilizado el humor como herramienta imprescindible para explorar la tensión que se establece entre estos y el exterior. Max empezó a emborronar papeles en la década de los años 70, cuando estaba en pleno auge la Barcelona libertaria y underground. Sus trabajos para la mítica revista “El víbora” le encumbraron. Fueron creaciones como “Licantropunk”, que hizo utilizando tinta china sobre papel, o el “Peter Pank”, un cómic para la misma publicación.
La exposición es rica en muestras de sus mejores páginas para historietas, pero no deja de lado otros aspectos del trabajo creativo de este hombre. En el terreno del cartelismo, por ejemplo, podemos ver el que hizo en 1993 para Kiko Veneno y Juan Perro, toda que es una delicia de gouache sobre papel, sin dejar de lado una de sus obras maestras, el cartel “Ferias y fiestas” que realizó un año antes para la Diputación de Sevilla. No obstante, hay quien prefiere el más reciente “Pascal Comelade al Palau”, de 2006, dedicado al compositor francés de música de vanguardia muy vinculado al movimiento catalán formado por Lluis Llach, Pi de la Serra y María del Mar Bonet.
Hay también trabajos que permanecen en el ánimo de todos los aficionados al cómic, como “El canto del gallo”, un gouache sobre papel para “El víbora” con guión de Santiago Auserón. O concesiones a la moda del manga japonés como “Neotokyo”, una impresión digital para portada de vinilo. Para el crítico cultural Jordi Costa “el lenguaje de Max ha alcanzado un equilibrio que está al alcance de muy pocos: leyendo ‘Vapor’ u ¿¡Oh diabólica ficción!? por ejemplo, uno puede pensar en el limpísimo sentido de la puesta en escena de una comedia de Ernst Lubitsch o de un álbum de Tintín, una caligrafía precisa y cien por cien libre de grasa. Max reivindica el poder de la historieta para la reflexión filosófica y para la divulgación ensayística, pero sin olvidar en ningún momento el gag como primera piedra del medio”.
“Max. Panóptica” es un acierto en su concepción y realización. La exposición permanecerá abierta hasta el próximo 23 de octubre.