Queen, coronando su particular Everest
por Xavier Valiño
Veinticuatro de diciembre de 1975. Sala Hammersmith Odeon, Londres. Sobre el escenario de esta legendaria sala, los cuatro miembros de Queen están a punto de terminar un concierto rotundo, transmitido en directo por la televisión de la BBC y llevando a un nuevo pico el año más excitante de sus carreras hasta la fecha, que les ha llevado desde Reino Unido hasta América o Japón, sellando su transición de ambiciosa banda a la mayor banda de una era.Cuarenta años más tarde, este espectacular concierto vuelve a conquistar al mundo de nuevo al publicarse oficialmente como Queen, A Night at the Odeon, Hammersmith 1975. “Este concierto fue muy especial porque por primera vez tocamos un concierto que se emitió en televisión en su totalidad…El programa de Navidad”, dice Brian May, guitarrista del grupo. “La calidad, después de la labor de búsqueda y recuperación en el terreno digital, es increíble. Y la energía que desprende es impresionante”.
Su reciente single por aquel entonces, “Bohemian Rhapsody”, considerado como uno de los temas más revolucionarios del pop, estaba a mitad de su periplo de nuevo semanas consecutivas siendo número 1 absoluto en las listas de éxitos de Reino Unido. Su cuarto álbum, A Night at the Opera (el disco más caro de la historia hasta aquel momento), consiguió hacer de ellos la gran banda de la década, junto a Led Zeppelin.
“El concierto de Nochebuena fue el clímax de las 26 fechas de la gira Queen Invite You to a Night at the Opera, que había comenzado a mediados de noviembre y que nos había llevado a tocar cuatro noches en la misma sala un mes antes. La revista Melody Maker había descrito la gira con estas palabras: “La banda británica más majestuosa espera tu presencia”, y las críticas de los conciertos anteriores habían sido eufóricas”. “Queen y su música, presentación, producción, todo en ellos dice que son la banda más importante que hayas escuchado en tu vida”, decía la revista de rock Sounds. “En vez de simplemente caminar por los trillados caminos de la gloria rock, han creado sus propios caminos”, añadía The Sun.
Cuando llegaron a esa nochebuena, la banda era imparable. “No se había reparado en gastos, desde el espectacular show de luces hasta el tremendo grand piano blanco Bechstein que había sido alquilado especialmente para esta ocasión. Tampoco la banda había dejado de lado el tema del vestuario. Freddie Mercury vistió dos monos diferentes de satén, uno blanco y otro negro, durante la actuación, diseñados por Wendy de Smet siguiendo sus instrucciones”. Para hacer juego, Freddie se pintó las uñas de su mano izquierda de negro, mientras que Brian May llevaba las suyas (por aquel entonces ya era su marca) de blanco.
Pero, a pesar del vestuario, cada concierto de Queen se centraba pura y simplemente en la actuación – y este no fue la excepción. “El repertorio, elegido de los álbumes Queen, Queen II, Sheer Heart Attack y el triunfante A Night at the Opera, mostraba cada faceta de la banda, desde el hard rock adornado de “Keep Yourself Alive” y “Seven Seas of Rhye” hasta la grandeza barroca de “The March of the Black Queen”, desde el sonido heavy metal de “Ogre Battle” y el éxito “Killer Queen”. Fue además la gira en la que interpretamos por primera vez “Bohemian Rhapsody”, con un recibimiento eufórico”.
Freddie Mercury y Brian May eran el yin y el yang a la hora de liderar el escenario, mientras que Roger Taylor y John Deacon demostraban que eran una de las secciones rítmicas más importantes de la era. Para cuando ya habían completado un medley con canciones de Elvis Presley, Connie Francis, Gene Vincent y Shirley Bassey, tenían en la platea a 5.000 almas totalmente entregadas.
“Décadas antes de que la palabra ‘multimedia’ se convirtiera en la palabra de moda, el show de Navidad se convirtió en más que un concierto. Fue transmitido en estéreo por la radio BBC 1 de forma simultánea a la transmisión de la televisión (BBC 2), y el presentador y encargado de presentar a la banda fue Bob Harris. Afortunadamente, a pesar de que las cámaras de televisión se apagaron antes de que volviéramos al escenario para el segundo bis (y, por lo tanto, no tenemos material en vídeo de “Seven Seas of Rhye” y “See What a Fool I’ve Been”), el equipo de audio sí continuó grabando con lo que aparecen en el compacto y el vinilo. Como resultado, el show ha sido pirateado durante años, apareciendo bajo títulos tales como Command Performance, Rhapsody in Red, Christmas at the Beeb, Cardiac Arrest and Halfpence”.
Bob Harris, el presentador, recuerda aquella noche: “La Nochebuena de 1975 fue un momento importante para la televisión y para Queen. La banda estaba en modo fiesta aquella noche, y no es de extrañar. Ya habían pasado la mayor parte del mes siendo número uno de las listas de singles con el sensacional vídeo de “Bohemian Rhapsody”, que de forma instantánea redefinió la presentación de la música en la televisión. Estaban en la cima de su poder. Me vestí con sombrero de copa y levita para saludarles y presentarles antes de que dieran uno de los mejores conciertos que haya visto. Fue una noche espectacular, pero algo más. Fue el momento preciso en que Queen se convirtieron en superestrellas”.
Brian May recuerda así el proceso de grabación de “Bohemian Rhapsody” : “Fue un momento increíble, pero lo más excitante para nosotros fue en realidad el hecho de crear la música, para empezar. Recuerdo a Freddie entrando en la habitación con montones de trozos de papel del trabajo de su padre, como pegatinas, y aporreando el piano. Tocaba el piano como la gente toca la batería. Esta canción estaba llena de interrupciones donde explicaba que sucedía algo tipo operístico aquí y allí. Había estado trabajando las armonías en su cabeza”.
Queen pasó días mezclando las voces en el estudio usando una máquina de 24 pistas. Para cuando acabaron, habían juntado casi 120 pistas de voz. Solo las partes operísticas les llevaron unas 70 horas de trabajo. En aquel tiempo, se convirtió en el single más caro de producir y, cuando la presentaron a su discográfica, varios de sus ejecutivos les dijeron que una canción de 5 minutos y 55 segundos era demasiado larga y que nunca sería un hit. Pero después de que Kenny Everett, pinchadiscos y amigo de Freddie, pusiera la canción 14 veces dos días antes de su salida oficial, está claro que la canción estaba destinada a convertirse en un éxito. Hordas de fans se dirigieron a las tiendas de discos dispuestas a comprar el single solo para que les informaran de que la canción no había sido editada. En los EEUU, pasó lo mismo. La RKO americana consiguió una copia en casete y empezó a ponerla en todas sus emisoras, lo que forzó a la discográfica de Queen en los EEUU a publicar la canción con su duración completa.