«1937. Guerra y Civitas»
por Alberto López Echevarrieta
Museo de Bellas Artes de Bilbao. Del 30 de setiembre de 2016 al 9 de enero de 2017
Cuarenta y seis obras conforman la exposición “1937. Guerra y civitas” que puede verse en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, una de las sedes subsidiarias del programa San Sebastián Capital Europea de la Cultura dentro del proyecto Tratado de paz. Gira en torno al Guernica de Picasso como icono internacional y consta de bocetos utilizados por el maestro malagueño para pintar su obra magna, documentación sobre los mismos, y óleos y esculturas de otros artistas creados en la misma época o que bebieron de sus fuentes para hacer variaciones como homenaje a su creador.
A estas alturas de la historia debe resultar difícil abordar el tema del Guernica desde una perspectiva original, porque se me antoja que estamos ante el cuadro que no sólo ha causado el mayor impacto en nuestra sociedad, sino que ha sido el eje conductor de muchas carreras pictóricas, al tiempo que se ha convertido en símbolo de la paz. La presente muestra tiene por tanto un interés indudable para los interesados en cuantos aspectos tienen algo que ver con la historia de este cuadro y con la obra de su autor ya que aporta una información muy amplia en torno a lo que significa el Guernica en el mundo del arte.
La exposición, comisariada por el historiador de arte Valentín Roma, reconstruye el Pabellón Español de aquella histórica Exposición Internacional de París de 1937 -la más compleja que se había montado hasta entonces-, cuya realización corrió a cargo de los Ministerios de Propaganda e Industria y la Dirección General de Bellas Artes que estaba en manos de Josep Renau Montoro, padre del gran pintor y cartelista republicano que fue Josep Renau Berenguer.
Junto a una maqueta del recinto se nos muestran algunos de los cuadros que se dieron cita en aquella ocasión acompañando a la obra de Picasso. Es el caso de Milicianos en un interior, de Arturo Souto, y Milicianos en guardia, de Eduardo Vicente Pérez. El Guernica, creado para ser expuesto en una plaza pública, se exhibió en la zona trasera del pabellón, donde, por cierto, también había un árbol.En otro ambiente dialogan las influencias previas de Picasso y algunas obras anteriores que “prepararon” la resolución del mural, desde la reproducción de la postal sobre Los horrores de la guerra (1637) de Rubens, que el pintor llevaba por todos los estudios, hasta Minotauromaquia (1935) y Sueño y mentira de Franco (enero de 1937), con cuatro dibujos preparatorios y un óleo sobre lienzo. La cabeza del caballo, con su innegable fuerza expresiva, es posiblemente uno de los motivos más sobresalientes.
Son piezas excepcionales que permiten reconstruir el proceso de trabajo llevado a cabo por Picasso, las tentativas iconográficas y de composición que el artista fue desechando o confirmando. Por último, podemos ver el conjunto de fotografías que realizó Dora Maar de las distintas etapas de ejecución del Guernica en el taller de la rue des Grands-Augustins de París donde fue creado.
Finalmente, la exposición centra su atención en el periplo que llevó a cabo el famoso cuadro cuando se cerró el Pabellón Español. Toda una gira que incluyó México hasta su ubicación en el MoMA.
“Este itinerario tenía un objetivo: Recaudar dinero en solidaridad con las asociaciones de exiliados de la República. Pero además –señala Valentín Roma- dejó un rastro de inimaginables consecuencias en muchos artistas por la influencia que tiene”. Kokoschka se sintió interesado en el tema e hizo su cartel ¡Ayuda a los niños vascos!; Jackson Pollock siguió la pauta trazada por el malagueño en una obra sin título; Ramón Gaya se sirvió de él para La guerra. Bombardeo de Almería; a Asger Jorn le inspiró para The Troll and the Birds; Alexander Calder le rindió tributo con su Homenaje al Guernica de Picasso…
Pero la influencia del cuadro no sólo se hace ver en la pintura: De Oteiza se puede ver su Guernica, Con los surcos de los cuatro dedos las cuatro barras del escudo condal, Caballo del Guernica 1 y Estela para un pueblo pacífico que era Gernika. Hay también una pequeña aportación respecto a los estudios picassianos en otros artistas, en otros contextos. Repercusiones por ejemplo en una coreografía relacionada, el Deep Song, obra de Martha Graham, y es que entre los años 1937 y 1939 se crearon ocho o nueve coreografías en torno a la Guerra civil española o al Guernica. La influencia se aprecia hasta en la forma de utilización de la luz. “Es una aportación modesta, pero muy importante”, concluye Roma.
No deja de ser una paradoja que el célebre cuadro de Picasso, creado para concienciar al mundo ante una masacre, haya acabado por convertirse en icono del pacifismo.