Bilbao, ciudad museo
por Alberto López Echevarrieta
Durante tres días Bilbao ha vivido un experimento artístico apasionante con excelente respuesta de público. Los días 15, 16 y 17 de setiembre el arte ha salido a la calle gracias al patrocinio de BBK. Quince reproducciones de obras mundialmente conocidas se han exhibido proyectadas sobre las fachadas de emblemáticos edificios de la capital vasca, todas ellas acompañadas por una música apropiada. El impacto causado entre los viandantes ha sido notable hasta el punto de que los organizadores piensan ya en nuevas ediciones. A este éxito se une la magnífica respuesta que están teniendo las exposiciones de los distintos museos de la Villa que están batiendo récords de asistencia.
En pleno Arenal bilbaíno, sobre las fachadas de la iglesia de San Nicolás y del Teatro Arriaga, se han visto proyectadas dos obras de indudable interés: Sobre el templo se ha podido ver El descendimiento, de Van der Weyden, posiblemente la mejor representación que jamás se haya hecho del sufrimiento de la Virgen María ante la muerte de su Hijo. La copia de este óleo sobre tabla, cuyo original se encuentra en el Museo Nacional del Prado, se ha acompañado en esta ocasión del Amicus Meus, de Tomás Luis de Victoria. Sobre el Teatro Arriaga se ha podido ver la proyección de Las Meninas, de Velázquez, el famoso óleo que atesora la misma pinacoteca madrileña. En esta ocasión, la obra máxima de su creador se ha admirado con música de Bach, el preludio de la Suite nº 1 para Cello.
Lugares tan céntricos como la Plaza Circular, los Jardines de Albia, la parroquia de San Vicente, el Colegio de Abogados y la Plaza del Ensanche han reunido a numerosos viandantes que han visto, tal vez por vez primera y gracias a este programa, el ¿De dónde venimos?, de Gauguin, con el fondo musical de cantos tahitianos; El rapto de Europa, de De Vos, al ritmo de Monteverdi; El entierro del Conde Orgaz, de El Greco, al son de Palestrina; y Lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp, de Rembrandt, con la Tocata y Fuga de Bach en los oídos.Han sido placeres para nuestros sentidos, como ver El 3 de mayo en Madrid, de Goya, sobre el frontis de la Plaza del Ensanche ambientado con el réquiem Diez irae, de Mozart; El nacimiento de Venus, de Botticelli, en la Plaza Eguillor, escuchando a Vivaldi; El 28 de julio: La libertad guiando al pueblo, de Delacroix, junto a las vitrinas acristaladas de la Biblioteca Foral de Bizkaia, mientras se oía la Obertura 1812 de Tchaikovsky; y La creación de Adán, de Miguel Angel, con el fondo musical gregoriano del Veni Creator Spiritus.
El arte vasco ha estado representado por la obra de dos entrañables artistas. De Arteta se ha visto proyectado Idilio en los campos de sport que representa al mítico jugador de fútbol Pichichi ronroneando con su novia. Por supuesto que tal proyección no podía tener mejor fachada que la del Palacio de Ibaigane, sede del Athletic Club. Por su parte, Ramón de Zubiaurre ha estado representado por su Regreso de pescadores sirviéndole de pantalla la fachada de la sala BBK. A Pichichi le han acompañado las Diez melodías vascas, de Guridi, y a Zubiaurre Dans la mer, de Usandizaga.
Tres esculturas, tal vez las más representativas, han completado el programa, todas ellas con la música de Debussy: Victoria de Samotracia, Laocoonte y sus hijos, y el David de Miguel Angel. Por otra parte es digno de resaltar la gran temporada estival que este año están teniendo los museos bilbaínos. Posiblemente la gran sorpresa sea la exposición Escultura hiperrealista 1973-2016 en el de Bellas Artes. El 14 de setiembre pasado recibió 7.831 visitantes, cifra que supera todos los récords de esta pinacoteca a lo largo de su historia. A pesar de que una huelga paralizó la actividad de este museo durante un mes afectando directamente a esta exposición, la muestra actual ha sido vista por más de 100.000 personas con una media diaria de 2.208 espectadores.