Patrick Modiano: Calle de las Tiendas Oscuras
Barcelona, Anagrama, 2009, 240 pp.
Por Mercedes Martín de la Nuez
Una cosa es y, avanzando el tiempo, ya no es…
¿Qué fue aquello que sentí, quién fue aquella
a la que amé? No estamos seguros. Ahora la calle está en
obras, han cambiado el nombre de la plaza, han derribado el monumento.
Nuestros recuerdos son esos nombres en un papel, los seguimos como detectives
privados, tratando de reconstruir lo que hemos vivido, pero ¡oh!,
cruel destino: adonde fuiste nunca vuelves.
El protagonista de Calle de las Tiendas Oscuras no es nadie,
es decir, podría ser cualquiera, porque debido a una amnesia ha
perdido consciencia de su pasado, no tiene documentos, no tiene testigos.
Tiene la oportunidad de ser otra persona, vivir otra vida empezando de
cero… Pero ¿cómo ser otro cuando ni siquiera se es
uno mismo?
Gracias
a una labor detectivesca de vez en cuando da con algún nombre,
alguien que quizá es él… y no puede resistir adjudicárselo,
aunque sea momentáneamente. Entonces, hasta que las pistas demuestren
lo contrario, él es Fulano y quizá los recuerdos o tal vez
la imaginación tejen un poco de la vida que vivió. De identidad
en identidad van transcurriendo sus días, que no su vida, ya que
sólo tiene vida quien tiene memoria.
Hay otra perspectiva: se trata de reconstruir la historia en un periodo
poco claro, donde todo el mundo cambia de identidad y las pistas se pierden
adrede para salvar el pellejo. Es la época de la ocupación
de Francia por la Alemania nazi. Entonces ya la Historia estaba desacreditada,
no había nada que indagar, todo era falso, al menos lo que se contaba.
Lo que no se contaba quizá merecía algún respeto.
Entre el montón de portadas de periódicos que cuenta cada
una su versión, la verdad no se erige. Hay intereses.
Calle de las Tiendas Oscuras es también la narración
del proceso de narrar en el siglo XX. El narrador empieza por cualquier
parte y deambula por su cuento, a ciegas por calles borrosas, girones
de argumentos. Narración del no saber adónde ir porque no
saber quién se es, la "muerte del sujeto", el "fin
de la historia"… Pero aún así seguir contando
para seguir viviendo.
Si la literatura fuera la máquina del tiempo, si su razón
de ser fuera que por sus páginas volvemos a los paisajes amados,
a los seres queridos, incluso aquellos que jamás nos conocieron…
entonces Patrick Modiano sería el autor más consciente de
la labor literaria (después de Proust). Si la literatura fuera
seguir contando con tesón, calle tras calle, noche tras noche,
página tras página, para no dejarse vencer por el olvido,
esta novela sería un buen ejemplo de supervivencia.
La novela fue publicada por primera vez en París en 1978 y obtuvo
el Premio Goncourt.
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