Bárbara Butrageño: «Incendiario»
por Alberto García-Teresa
Polibea, 2013. 78 páginas
«Abogo por la poesía del exorcismo», proclama Bárbara Butrageño en la ficha bibliográfica de la solapa de este libro. Y, efectivamente, «exorcismo» resulta la mejor definición para describir el impulso que mueve su escritura, tal y como queda reflejado en este, su primer poemario.
Una voz dolorosa, que se apoya en la soledad, en el daño y en el deseo, va desgranando una impactante serie de brillantes y potentes imágenes, con un tono órfico, de cierto irracionalismo. Lo hace a través de una cadencia muy significativa, sustentada en la yuxtaposición de sintagmas en sus versos, con la ausencia ocasional de signos de puntuación, o polisíndeton de copulativas. De esta forma, logra un ritmo muy fluido, que contrasta con la densidad semántica de los versos y que encadena los pensamientos asemejándolos al flujo de conciencia. Porque la expresión del «yo» constituye la base principal de estos textos, que hacen de esta obra una continua reafirmación y autocuestionamiento de su situación en medio de la contingencia.
Al respecto, lo herido y lo abrasado son elementos recurrentes en el volumen. No en vano, se mueve en los campos semánticos de la agresión. Como se suelen enfocar desde la perspectiva del cuerpo del «yo», que se convierte en la mediación del sujeto con la realidad, alcanzan estas piezas un alto grado de desasosegante violencia, que agudiza la intensidad del poema.
Se registra, por otra parte, un anhelo de resistencia para no sucumbir, aunque abruma la desolación. Además, resuena puntualmente un mundo de monotonía y encasillamientos contra el cual se rebela el «yo» y del cual le salva el amor. Pues el amor es, precisamente, lo que abre la esperanza, a pesar de la incertidumbre y del temor. Por tanto, intensidad, potencia metafórica y expresión de la angustia resultan las principales características de este excelente poemario.