Camille, de Turlitava Teatro
por Alberto García-Teresa
A Turlitava Teatro le gusta arriesgar, probar con formatos nuevos, experimentar y explorar más allá de lo convencional las posibilidades escénicas de los textos dramáticos. Si en sus obras anteriores han apostado siempre por la indagación en la reformulación del espacio escénico, en espacios no convencionales y en la reconfiguración del pacto de ficción con el público, en Camille, su última propuesta, optan por una complicada puesta en escena de un collage de textos con una sola intérprete.
Camille aborda la vida de Camille Claudel (1864-1943), una escultora francesa de gran proyección que es encerrada durante sus últimos treinta años en un manicomio. El texto se ha compuesto a partir de la adaptación libre de Locas, de Sandra Massera, la correspondencia de la propia Camille Claudel y del estudio original de las creaciones de la escultora. Con todo ello, Turlitava ha construido el sustrato de una obra compleja, que abandona la trama en favor de la indagación en la angustiosa psicología del personaje.
Destaca, especialmente, el excepcional trabajo de Victoria Peinado Vergara. La actriz, que nunca abandona la escena, sabe mantener en todo momento la atención en un trabajo de gran exigencia física. Crea un personaje obsesivo, que transmite su locura, repleto de movimientos compulsivos y de alternancias de registros de voz. Además, la directora, Jana Pacheco, consigue resolver la intercalación de momentos de tensión y distensión y encuentra resquicios por los que traer a esa opresiva escena elementos extraescénicos y lograr que la actriz convierta el soliloquio en un diálogo imaginario. La conversación con componentes del escenario (una silla, un traje, una pared), que simulan para el personaje seres cercanos, o las continuas apelaciones lanzadas al aire, al mismo tiempo que consolidan la identidad conflictiva de la protagonista, hacen posible dotar de otro ritmo a la obra para que no quede estancada. Por su lado, la actriz utiliza muy bien todo el espacio escénico, y realmente pone los pelos de punta cuando sostiene la mirada (esa mirada llena de rabia y demencia) mientras habla a pocos centímetros del público, clavándole los ojos. Camille recrea pasajes de las cartas que recibe siguiendo un tenue hilo cronológico, trata de escribir las suyas sobre cualquier superficie, lucha por comunicar y expresar su angustia, por manifestar la crueldad, la injusticia, la hipocresía que su situación genera. Reconstruye así, en parte, su vida anterior, su carrera, sus inquietudes artísticas y también lo que acontece mientras dura su reclusión. A la vez, lanza puentes que hacen de esa experiencia del encierro una metáfora de la situación política actual («¿Y vosotros no queréis salir? Os roban la libertad y sólo gritáis, pero no hacéis nada para remediarlo»).
También destaca la escenografía de la obra, muy sobria pero cargada de simbolismo, que se amolda a la perfección a la constitución de la sala (de viejo ladrillo visto) y que emplea con precisión colores, evocaciones y algunos elementos inquietantes, en consonancia con el espacio recreado. La luz sabe acoplarse también a ese entorno, aunque la música resulta excesivamente estridente (algo que, sin embargo, resulta acorde con la personalidad del personaje) y obtiene demasiado protagonismo en pasajes concretos.
Turlitava sale airoso de una muy difícil propuesta, y sabe utilizar con inteligencia posibles limitaciones (una sala de poco aforo, ausencia de tarima, un espacio desnudo, escaso presupuesto) para convertirlas en potencialidades que, en suma, vuelven a demostrar la habilidad de este original grupo de teatro para mostrar un arte inquieto, inconformista y estimulante, que no teme a la cercanía del público y al cual somete, en definitiva, a una continua inmersión en sus obras.
Camille
Producción: TurliTava Teatro
Dirección y dramaturgia: Jana Pacheco
Texto Original: Locas, de Sandra Massera
Interpretación: Victoria Peinado Vergara
Coreografía: Chus de la Cruz
Escenografía y Diseño Gráfico: Nicolás Fryd
Espacio Sonoro: Manu Vega y Alfonso Sáenz (Sogorda y Surfea) y Fernando Epélde
Documentación: Benjamín Jiménez de la Hoz
Gestión y distribución: Luis Illán y Alberto Basas
Teatro: La Puerta Estrecha (Madrid)