Olga Novo: «Los líquidos íntimos»
por Alberto García-Teresa
Edición bilingüe Trad.: Olga Novo. Cálamo, 2013. 146 páginas
Una voz vigorosa, vibrante, es la que posee la poeta en lengua gallega Olga Novo, que expresa una gran capacidad sensorial. Los líquidos íntimos constituye una antología personal, editada exquisitamente por Cálamo (en edición a tres tintas), seleccionada por la propia autora y traducida también por ella misma. En el volumen, en vez de mantener un orden cronológico, los textos se hallan dispuestos por núcleos de afinidad. Así, se construye un nuevo poemario con materiales ya editados.
Uno de los aspectos más significativos de su obra es que, en los versos de Novo, se encuentran continuas referencias a la naturaleza. No en vano, su universo metafórico se basa en ella. Ese universo reconstruye su cuerpo, que media en la relación entre los individuos y entre estos y el mundo exterior. Novo la redimensiona y la ubica como el espacio de la intimidad y de la subjetividad; la integra como parte de su ser, como algo propio, y no externo. De hecho, proclama una vinculación profunda con la naturaleza a través de imágenes y de metáforas que la ponen en relación con su cuerpo: cada uno de los términos del tropo se refiere a uno o a otro de esos campos semánticos. Y es que sus textos se escriben abiertamente desde el «yo», como afirmación de una personalidad diferenciada.
En ese sentido, la autora lleva a cabo una exaltación de lo rural, en tanto que este entorno posibilita una vida en contacto continuo y respetuoso con la naturaleza. Aparecen muchas alusiones a los cultivos, especialmente a los cereales, también como uno de sus símbolos recurrentes.
Asimismo, realiza una reivindicación del papel de la mujer en la historia de la civilización. Se presenta, entonces, un homenaje a su lucha diaria por la supervivencia contra la adversidad. La poeta se inserta en esa tradición, y se proclama heredera por sangre y por decisión moral, no tanto por condicionamiento social. En ese sentido, resulta muy llamativa la notable presencia de las relaciones familiares. Hay largos poemas en el libro dedicados al padre, a la madre, al hermano, a la bisabuela, a su propia infancia… La herencia, al respecto, es importantísima, y configura cierta noción de destino. Además, se pueden encontrar algunas alusiones artísticas aisladas, que funcionan como guiño, por reconocimiento del lector.
El dolor consta tamizado, pero se convierte en un elemento fundamental en su percepción del mundo, tanto desde el punto de vista de cómo lo siente el «yo» como al ser lo que se resalta de los referentes o de lo observado. Se asume como parte ineludible de la existencia y al respecto, por ejemplo, entiende que la madurez implica necesariamente un proceso doloroso.
Con todo, un impulso vitalista mueve su obra. Se convierte, de este modo, su poesía en un canto a lo elemental como exaltación de lo sencillo y de lo esencial.
Olga Novo, por tanto, comparte una poesía que habla de los vínculos de manera implícita, aunque enunciada desde la soledad o el diálogo con otra persona. Se trata de una propuesta muy interesante, de una voz con una gran potencia lírica, que posee un universo poético propio en torno al «yo» para hablar del mundo y para relacionarse con él.