Nikola Madzirov: «Lo que dijimos nos persigue»
por Alberto García-Teresa
Pre-Textos, 2013. Trad.: Yolanda Castaño y Marija Petrovska. 108 páginas
La poesía como forma de encontrar nuevos vínculos entre la realidad, cuando logra tejer una malla de metáforas e imágenes que establece relaciones inéditas e inauditas entre campos diversos, nos permite percibir la realidad con un vigor inexplicable. En ese terreno se mueve con brillantez Nikola Madzirov (Strumica, 1973), quien ha recibido numerosos galardones a nivel nacional e internacional por sus tres poemarios editados, y que ha sido traducido ya a una treintena de lenguas. En sus poemas, construye brillante y constantemente una red de metáforas y comparaciones con elementos cotidianos, cercanos, que crean una atmósfera de gran tensión lírica.
El exilio, la pérdida de la inocencia, la existencia permanentemente amenazada son aspectos constantes en las piezas recogidas en esta antología. Por su parte, es continua la presencia, el anhelo o el recuerdo del hogar, de la familia o de la pareja. De hecho, el amor y el diálogo con la amada van progresivamente adquiriendo mayor peso en el libro, determinando los textos. Así, Madzirov logra recrear un universo propio que aparece constantemente agredido. En ese sentido, alude a una vida que ha sido saqueada: «Vivimos / como termómetros que se necesitan sólo cuando / los vamos a mirar». También resultan muy relevantes el olvido y el pasado, dentro de la tensión de la separación, como ejes temáticos. Entonces, la memoria surge como un territorio conflictivo (no alentado por la nostalgia). Igualmente, resulta constante la imaginación de lo que sucederá cuando el sujeto plural que es enunciado en los poemas desaparezca o se marche del lugar presente. Aparece, entonces, la inminencia o la constatación de la pérdida, aunque se debe señalar que no figura desde un punto de vista complaciente ni autocomplaciente.
Con ello, el registro del poemario no es el de una persona de la senectud. Ese trabazón de metáforas consigue, al menos en esta traducción de Yolanda Castaño y Marija Petrovska, un tono fresco, que sorprende por la disonancia con lo tratado. Y es que la nostalgia no resulta el impulso que mueve estos poemas, sino la preocupación por lo que queda o por lo que ha permanecido cuando la pérdida ha acompañado al «yo» lírico desde la infancia. De hecho, se trata de un anhelo vitalista lo que lo empuja, una queja por la vida que no le han dejado vivir, por la vida que le han arrebatado. Sin embargo, se constata una proclamación de la existencia como un acontecimiento colectivo: «Existimos cuando se abren las ventanas».
Los poemas de Lo que dijimos nos persigue provienen de una atenta mirada del alrededor. El autor atiende a lo pequeño, a lo cercano, pero desde ahí se revelan los grandes acontecimientos, como metonimia y como plataforma simbólica. Por tanto, la Historia surge del relato y desde la perspectiva de la intrahistoria.
También posee una notoria presencia en estos versos la naturaleza. En la mayoría de las ocasiones, aparece como segundo término de la comparación, como elemento accesorio del motivo central del poema, para tramar esa atmósfera lírica tan sobresaliente de los textos de Madzirov.
Para finalizar, hay que agradecer la loable apuesta, por parte de la editorial, de permitir asomarnos a una tradición literaria apenas traducida al castellano (recordemos la antología Cuatro poetas macedonios, del año 2012), a pesar de la cercanía geográfica y también cultural. Más aún cuando así podemos tener la posibilidad de disfrutar de la obra de poetas de tanta calidad como Nikola Madzirov.
En definitiva, Lo que dijimos nos persigue resulta un libro de poemas extraordinario, potente y sugerente, con un interesantísimo trabajo con las comparaciones y con una construcción de atmósferas excepcional.