“Hay más en ti”, o la mujer en la Edad Media
por Alberto López Echevarrieta
Museo de Bellas Artes de Bilbao, Sala BBK, del 7 de febrero al 15 de mayo de 2011
Bajo el curioso título de Hay más en ti -traducción de la frase que un personaje de Brujas (Flandes) dedicó a su mujer en el siglo XV-, el Museo de Bellas Artes de Bilbao ha producido, con el patrocinio de la Fundación Bilbao Bizkaia Kutxa, una de las exposiciones más curiosas de las programadas para este curso. Resumiendo podríamos decir que se trata de un estudio pormenorizado del papel jugado por la mujer en la Edad Media, entre los siglos XIII y XV. En palabras de Juan Viar, director de la pinacoteca bilbaína, “es una polifonía de temas llevada a cabo por Corinne Charles, comisaria de arte independiente, con un nutrido equipo que ha estado trabajando en el proyecto desde el 2004”.
Una serie de eruditos en estos años del Medievo ha compuesto un caleidoscopio en el que llama la atención la secuencia de objetos que se utilizan en la investigación, en la mayor parte de los casos no habituales en este tipo de exposiciones. Este sorprendente conjunto de obras, cuarenta y ocho en total, comprende pinturas sobre tabla y esculturas en madera y piedra, así como objetos del ámbito privado: tapices y limosneras bordadas, un jarro de plata con esmaltes incrustados, una bandeja nupcial, manuscritos históricos y miniaturas iluminadas, marfiles, mobiliario y otras piezas de artes aplicadas, como espejos y peines, así como objetos de difícil clasificación, como una insignia erótica en la que se representa la procesión de la vulva coronada o un cinturón de castidad del siglo XIX, que sirve para estudiar la realidad o el mito de este artilugio en la época medieval. No es, por tanto, una exposición al uso. Tiene una temática que se rige principalmente por la iconografía que contiene escenas del paso de la mujer por la Edad Media.
Para Corinne Charles, el pecado original marca este Arte Medieval. La devoción a la Virgen María tuvo un auge considerable a partir del siglo XII motivado por la corriente reformista introducida por el abad cisterciense San Bernardo de Claraval que concedió un lugar esencial al culto mariano y también por el éxito de la difusión por toda Europa de una imagen idealizada de la “dama”. La Virgen de la época románica, solemne y carente de expresión, deja paso entre los siglos XIII al XV a una multitud de imágenes y de papeles de María. En la exposición hay representaciones que la muestran encinta, llena de ternura hacia el Niño Jesús, viviendo los gozos de la Anunciación, de la Natividad, y de la Adoración de los Reyes Magos, lamentándose sobre el cuerpo de Cristo muerto o abrigando en sus entrañas el Trono de Gracia. Los artistas de la Edad Media expresan la belleza espiritual de la Virgen traduciéndola en belleza física. María se convierte en el modelo ideal de la madre amorosa y de la dama cortesana.
Es una Edad Media dominada por los hombres. Los clérigos de la época eran los que escribían los textos y quienes hacían recaer todos los pecados sobre la mujer. La demonizaban. Había una misoginia que, en esta exposición se materializa en esa imagen de la serpiente con cabeza de mujer. Otra sección de la exposición presenta a la mujer idealizada por el culto a la heroína que surge del libro Le Roman de la Rose, la obra maestra de dicha literatura que tuvo un éxito inmenso en Europa. Se trata de un poema que componen en distintas épocas del siglo XII los escritores, Guillaume de Lorris y Jean de Meun.
En forma de alegoría, la primera parte de la obra relata el sueño del poeta que parte a la conquista de su dama, encarnada en la rosa. El relato enumera una serie de reglas de oro de la cortesía. La mujer es soberana. El hombre ha de superar numerosas pruebas para merecer su amor. En la segunda parte del libro, Jean de Meun rechaza la soberanía de la mujer y traslada el amor puro e idealizado del amante a una relación material y en esencia carnal. Las escenas galantes que se describen en este libro sirvieron de inspiración a los artistas para múltiples representaciones de las féminas. Los objetos artísticos muestran una imagen positiva de la mujer en el marco del matrimonio, pero los hombres que encargan las obras y que fluctúan siempre entre su deseo de la mujer y su miedo a la misma, mandan también representar advertencias contra las locuras del amor o contra el poder femenino excesivo.
En la exposición está presente el tema de la prostitución, sobre la que existe una gran ambigüedad en la Edad Media. La Iglesia la considera como un mal necesario e interviene en una reglamentación de la misma. En la muestra hay un registro excepcional fechado en Estrasburgo con un listado de todas las “madames” y meretrices de la zona, así como las condiciones del vestido que debían llevar para distinguirse de las demás.
También se tiene en cuenta la labor realizada por la mujer en el mundo laboral. Sobresale aquí un magnífico tapiz traído de Viena. O el libro escrito por mano femenina en el que se lee: “Si educáramos a las niñas igual que a las niños, de mayores ellas serían capaces de hacer las mismas labores que los hombres”. Uno de los oficios más socorridos de la mujer en la Edad Media fue el de policromadora, si bien también jugó un importante papel en la industria textil, sobre todo en Francia. Hay un manual escrito por un padre para sus tres hijas en el que les dice cómo tienen que comportarse para convertirse en buenas mujeres. Les recomienda que no sean coquetas ni miren al hombre a los ojos, porque eso les llevará al desenfreno.
Resulta interesante también el apartado dedicado a los derechos y poderes de la mujer con la muestra de textos que contienen las leyes de la Iglesia para regular las relaciones del hombre y la mujer. En un tapiz alemán se ve cómo el hombre busca a la mujer como objeto erótico.
El circuito de la exposición comienza con Las alegrías de la Virgen y acaba con Las 15 alegrías del matrimonio, uno de los cuatro únicos manuscritos anónimos escritos allá por 1.400 que existen en el mundo.
Hay más en ti es una muestra en la que se trata de superar las imágenes estereotipadas de la mujer que nos ha dejado el periodo romántico, mezcla de alabanzas y de misoginia. La sociedad cristiana medieval, marcada por la dominación masculina, demuestra una ambivalencia con respecto a la mujer, hecho que se refleja en esta exposición que ofrece una imagen de la feminidad compleja y rica en matices.